Las propinas, a debate

La gratificación adicional es una recompensa del buen trato recibido, de un servicio cálido, rápido y de simpatía

Puede llegar a ser una cuestión moral. Las propinas han existido durante toda la vida, en toda la historia y en todos los países. Lo único que varía es la cantidad, el gusto con que se otorgan, la mentalidad con que se recibe y, sobre todo, el hecho de que cada cultura dé por hecho que siempre tiene que haber un sobreprecio o que se deje al gusto del consumidor. Cada país tiene sus propias reglas. Aún no se sabe con exactitud por qué en Estados Unidos tiene que haber un determinado tipo de propinas; en Francia, otro; en España, otro, y en China no existe. Lo importante es que si se quiere salir airoso de un restaurante, de un bar o de un hotel, los usuarios debemos de conocer las reglas "tácitas", no escritas, pero vigentes. Reza el refranero que "Donde fueres haz lo que vieres". Seguro que más de uno, en alguna ocasión, el desconocimiento le ha jugado una mala pasada y ha acabado sumando a su experiencia viajera alguna que otra aciaga cara de un descontento. La hora de pagar la cuenta en un establecimiento hostelero provoca irremediables preguntas: ¿Dejar o no dejar propina? ¿Cuánto y de qué manera? Aunque en nuestro país, y por supuesto en Almería la propina es un extra voluntario, lo cierto es que en muchos países deja de ser un gesto espontáneo para convertirse en una obligación moral o incluso legal. Pero no en todos los países están bien vistas las propinas; en algunos países son consideradas como una actitud descortés. La propina para el cliente no es una obligación legal y tampoco moral, es más una "obligación" social. Las comidas de trabajo, o celebraciones con compañeros de trabajo y amigos especialmente ahora por Navidad, y las comidas familiares son las que más llenan el "bote" de los restaurantes. Dicen los trabajadores del sector que, "la propina es más un detalle que un sobresueldo". La gratificación adicional es una recompensa del buen trato recibido, de un servicio cálido, rápido, de simpatía y de estar pendiente del cliente en todo momento. Es "algo extra" sobre el precio indicado. Los consumidores, tras pagar la cuenta, deciden si dejar propina o no al camarero que, unas veces mejor y otras peor, les ha atendido. Desde luego que, en España, la propina no es algo obligatorio ya que no está regulada y, los clientes dan aquello que les parece correcto o adecuado según el servicio recibido.

Y, ¿ahora qué…propina sí o propina no? Allá usted.

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