El medio y el ambiente

Las quemaduras de san josé

Los viajes los hacíamos con 8 pescadores de caña, en una DKW F-1000, y yo viajaba sentado encima del motor

Recuerdo que cuando yo tenía unos 11 ó 12 años, un domingo por la tarde, al llegar a La Flor de la Mancha, de vuelta de San José donde había pasado el día con mi tío Manuel, que era mi preferido, venía achicharrado por el sol y mi madre me tuvo que poner paños de agua y vinagre. Mi consuelo: que según me dijeron ya no me quemaba más ese verano y, por tanto, yo tan contento. Los viajes los hacíamos con 8 pescadores de caña, en una magnífica DKW F-1000, y yo viajaba sentado encima del motor, pero era tal mi ilusión y alegría, que el culo no se me calentaba. La primera visita era a casa de la tía Josefa, a desayunar. Y ahí empezamos el día y los sentimientos. La tía Josefa era como otra abuela que yo me encontraba de regalo en San José. El tío Bernardo, su marido, a mi me parecía muy serio, pero mi tío Manuel hablaba mucho con él y yo oía: "línea", "coche", que pasado el tiempo me enteré que eso se refería al nacimiento de Autocares Bernardo. La casa estaba al bajar la cuesta que empezaba justo donde mi abuelo Ignacio, al que el maldito tifus de la posguerra se llevó con 40 años, tenía la tienda de comestibles: ¡quemadura!.

Hasta hace cuatro días, ¡cuántas veces hemos hablado en nuestros largos cafés Bernardo (q.e.p.d.) y yo de los besugos que pescaba con su abuelo Bernardo, o sea el tío Bernardo, en el bote!. Y además me sacaba envidia porque era el bote que yo siempre he querido tener. Y esta quemadura tan grande, y tan honda, es difícil de cicatrizar por lo que tiene de contra-natura, a pesar del cariño que nos profesamos, y que, por mi parte, es ínfimo comparado con el que él se merece. Y si hablamos de Bernardo hijo, que es como nos referimos a su padre, la prueba de su bonhomía yo la tengo en mi madre, que cada vez que lo nombraba agregaba: ¡es que mi primo Bernardo es tan guapo!. Iba todo junto. ¡Quemadura! Además, de Genoveses recuerdo: la playa para mí solo, el cajón en que le trajeron de Inglaterra el coche a don José y el embarcadero de madera que tenía. Ya se que la vida cambia pero lo que yo recuerdo es eso. ¡Quemadura! Así que, como yo prefiero el paisaje de San José que narra Goytisolo en Campos de Níjar, en el que se refiere al coche del tío Bernardo, y el que yo he vivido, pues que sepan los veraneantes, turistas, visitantes y demás forasteros que allí siguen teniendo -como no podía ser de otra manera- a Bernardo para moverse en autocar por todo San José, y que las lapas pueden seguir en sus rocas tranquilas que yo no puedo ir a cogerlas. Me lo impiden las heridas del corazón. Pero con el trozo sano, les deseo que lo disfruten intensamentE

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