Lo que no queremos

Ahora bien, nunca nos preguntan por el partido que no queríamos que gobernara bajo ningún concepto

El mérito de la democracia es tomar la voluntad de la mayoría como criterio para el ejercicio del poder. Eso es lo que buscan las elecciones. Claro que aquí encontramos una palabra suficientemente ambigua para dejarnos un poco en el aire: ¿cuál es la "mayoría" que se exige? Cuando la elección es entre dos, las cosas están bastante claras: siempre hay uno que tiene ventajas sobre el otro aunque quede pendiente el tema de las diferencias que deben darse, como en algunos referendums. Pero la cosa se agrava cuando el conjunto sobre el que se elige supera la pareja. Si hay que elegir entre seis es muy difícil que se den mayorias significativas. Y no hay que irse muy lejos. En estos casos, cuando la candidatura más votada no llega al 29% ¿refleja la voluntad de la mayoría? La respuesta es negativa. De ahí la necesidad de los pactos para alcanzar mayorías. Pero las dificultades suelen ser manifiestas, tal como estamos viviendo. Y en muchas ocasiones esas dificultades proceden del rechazo que experimentan tanto desde los cuadros de los partidos como en la militancia por otra u otras formaciones políticas con las que se necesita pactar. Supongo que de alguna manera habría que poner de manifiesto esos posibles rechazos también por parte de los electores en general. Y se me ha ocurrido una idea que podría parecer una locura, pero que no me resisto a comunicar. Los electores, en general, tenemos dos tendencias más o menos definidas. Una, la del partido de nuestras preferencias. La otra, la del partido que rechazamos con mayor o menor intensidad. Cuando votamos manifestamos nuestra voluntad positiva, a no ser los casos en los que se llega a esa posición por eliminación. Ese voto es el que se tiene en cuenta. Ahora bien, nunca, en ningún caso, nos preguntan por aquel partido que no querríamos que gobernara bajo ningún concepto. ¿Qué pasaría si, junto a la urna en la que expresamos nuestro voto positivo, se colocaran otra en la que manifestáramos qué partido rechazamos? Se podría arbitrar algún procedimiento que en los casos en los que no hay mayoría significativa ayudara a clarificar cuál es la voluntad de la mayoría. Así, por ejemplo, un partido que obtuviera el 30% de los votos positivos, pero que en la segunda urna apareciera con un 35% de rechazo ¿estaría legitimado para gobernar? ¿Se estaría respetando la voluntad de la mayoría si se buscara alguna otra formación que suscitara menos rechazo?

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