¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Entre la realidad y el deseo

Mal haría Sánchez si se deja llevar por el clima de euforia que le rodea. Todo puede cambiar en un segundo

Las primeras encuestas ya señalan al PSOE como hipotético vencedor en el caso de que hoy se celebrasen unas elecciones generales en España. Esto, más que a un mérito de Sánchez, se debe a la condición voluble de una sociedad que no es líquida como decía el hipercitado y menos leído Zygmunt Bauman, sino claramente gaseosa, puro éter. El elector hispano -al igual que el neozelandés, el alemán o el camerunés-, es cambiante como las plumas mecidas por el viento.

La sociedad española, de repente, ha rolado del centro-derecha (con evidente preferencia por Ciudadanos) al centro-izquierda, pero queda la duda de si este cambio se ha producido por una cocción lenta que nadie ha sabido detectar a su debido tiempo o por un súbito cambio del humor social, algo cada vez más frecuente en la época de las redes y la hiperconexión, donde los estados de ánimo se pueden convertir en pandemias. La predicción de los comportamientos colectivos es hoy algo prácticamente imposible, una materia más propia de pitonisas que de científicos sociales. Es evidente que hemos entrado en un ciclo nuevo, pero su duración puede ser efímera. Sólo hace falta un error de bulto de Sánchez (ha cometido muchos a lo largo de su carrera), un escándalo o un empeoramiento de la economía para que los vientos de la sociedad española vuelvan a cambiar bruscamente. El efecto mariposa (ya saben, el aleteo de un insecto en Centroamérica puede terminar desencadenando un tifón en el Mar de la China) ha dejado de ser una ley meteorológica para convertirse en un modelo de explicación de los comportamientos de las masas.

Mal haría Sánchez si se deja llevar por el clima de euforia que le rodea. Todo puede cambiar en un segundo. Se mueve por un campo de minas en el que tendrá que hacer guiños a su electorado más izquierdista y, al mismo tiempo, no traicionar la ortodoxia económica dictada por Bruselas. En el asunto catalán habrá que estar muy atentos a cómo funciona un Gobierno cuyos mensajes en la materia son confusos. El encontronazo entre Borrell y Batet es cuestión sólo de tiempo. Ojo, porque la ministra catalana ya ha proclamado el habemus reforma constitucional, ignorando peligrosamente que no tiene ni de lejos los apoyos para acometerla (¿primeros encontronazos entre la realidad y el deseo?). Lo malo de las altas expectativas -como las generadas por su Ejecutivo- es que son muy fácilmente defraudables.

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