El recibo de la luz

El recibo de la luz es un arcano oscuro, un misterio que sube el precio de los kilovatios y atosiga con la apretura

Quizás no con mucho acierto, aunque sí con expresión comprensible, se habla del internet de las cosas en cuanto posibilidad de establecer conexiones entre objetos o utensilios, principalmente domésticos, que permitan controlar o adecuar su uso de manera automática, programada e incluso inteligente. Por otra parte, los arcanos, como misterios ocultos, secretos o recónditos, que hacen difícil conocer el sentido, el significado o el funcionamiento de las cosas, sirven de causa ante la falta de entendimiento del porqué, además del internet, de esas mismas cosas. ¿Qué tiene que ver lo antedicho con la factura de la luz o, antes que llegue, con la distribución del consumo a lo largo de las jornadas? Pues no poco porque, dado el reparto de las horas del día, el tipo de electrodomésticos o el precio variable de los kilovatios, comprender el detalle la factura puede ser tarea más ardua que desvelar un arcano. Además, un internet de las cosas -asimismo un arcano tecnológico para los no iniciados en materia informática- ayudaría a conectar los aparatos y utensilios cuando las horas punta no esquilmen el presupuesto doméstico.

Aun con paciencia resignada, con firme empeño de aplicar el entendimiento para conocer las causas y las razones, no hay forma de asimilar por qué pueden darse variaciones tan significativas que lleven a costos históricos, por gravosos, del consumo eléctrico. Ayudan poco, ciertamente, las interpretaciones sesgadas o banderizas. Y algunas recomendaciones enervan por su impertinencia, como la de no encender el aire acondicionado en las horas que resulta más preciso, aceptado ya el insomnio de poner la lavadora de madrugada. Si, por otra parte, todo parece repentino o sobrevenido, el desconocimiento se perturba con el estupor y pueden quedar mal parados los contadores con las avivadas lucecitas del consumo mayúsculo. Cuando los bolsillos no admiten más remiendos y las apreturas atosigan sin clemencia, incrementos significativos en la factura de la luz ponen en un duro brete la subsistencia de quienes se las ven con la pobreza, duradera o inesperada, a todas las horas del día. Por eso son necesarios tanto el control regulatorio como el ajuste impositivo, dado el carácter primario, por principal o esencial, del consumo eléctrico. Quizá no se resuelva con ello el arcano del recibo de la luz, pero al menos no cabrá quedarse a oscuras.

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