Empieza a ser un hecho casi irrefutable que en los meses duros de la pandemia se multiplicaron extrañísimas operaciones a precios desorbitados, terciaron suministradores de cuarta fila y se produjeron abastecimientos inexplicablemente fallidos.

Poco a poco, y siempre al hilo de intereses partidistas, vamos conociendo presuntas irregularidades que surgieron en la vorágine del virus. A los casos del hermano de Ayuso y de los inefables Medina y Luceño (con el primo de Almeida en el relato), se une ahora la investigación iniciada por la Fiscalía Anticorrupción sobre operaciones cerradas, por un importe total de 325 millones de euros, con empresas supuestamente vinculadas a altísimos cargos del Gobierno. Las indagaciones se dividen en dos tandas. Por un lado, aquella que tiene que ver con el material sanitario y en la que asoman cinco empresas. Según la denuncia presentada por la Comunidad de Madrid, algunas de estas entidades guardan relación con el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, y con el exministro de Transportes, José Luis Ábalos. Las pesquisas sobre ellas las dirige el fiscal Luis Pastor. De otro, también están siendo objeto de examen dos sociedades sospechosas de trato de favor (Páginas Amarillas Soluciones Digitales Sau, hoy BeeDigital, cuyo director de marketing es el marido de la ministra Calviño, y Plásticas Playbol SL, que perteneció a los padres de Pedro Sánchez y de la que éstos, aun vendida, siguen siendo apoderados). Esos dos expedientes los analiza personalmente, lo que no es nada habitual, el fiscal jefe, Alejandro Luzón.

Más allá de la escandalosa diferencia en la repercusión mediática de unos asuntos y otros y de sus respectivos y peculiares detalles, a mí me parece que revelan una forma profundamente equivocada de afrontar la vergonzosa juerga del Covid. No es de recibo que todo se reduzca otra vez a reyertas propias de la pelea política. Lo que en realidad debería exigirse es una auditoría seria y general sobre lo que ya se vislumbra como una gigantesca estafa. Este país le debe a sus muertos una rendición rigurosa y completa de cuentas. Demasiados caudales que se fueron al limbo. El goteo de las denuncias oculta, creo, la ominosa voluntad de cerrar en falso un capítulo especialmente repugnante de nuestra reciente historia. Sería muy injusto que, al calor de una sociedad bipolar y anestesiada, los tunantes de toda idea y color de nuevo se salieran con la suya.

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