Este es el relato. Y ahora ¿Qué?

09 de diciembre 2025 - 03:06

Ya somos, sin lugar a dudas el hazmerreír del mundo civilizado. Unos millones de españoles, movidos por el odio, el rencor y la sed de venganza, se han entregado a quienes por medio del independentismo; y aún peor, del terrorismo, han propiciado que estemos en manos de unos impresentables, corruptos y ladrones que, poco a poco, van engrosando las cárceles de una España abandonada a su suerte por aquellos que tenían la obligación de defenderla, como patrimonio heredado de dos generaciones de españoles que les precedieron y que levantaron desde la ruina más atroz, este país, hasta convertirlo en la décima potencia económica del mundo. Hoy España, según Eurostat es el cuarto país con más población en riesgo de pobreza y exclusión, sobrepasando el 25%, está endeudada hasta límites imposibles de atender; y con una población envejecida en cuanto a los nativos autóctonos, siendo una empresa fácil para que, en apenas cincuenta años, el islam o el Comunismo, tengan en el Mediterráneo su Cuba o su Magreb particular. Y nuestro presidente, viviendo una vida de lujo, disponiendo de cuatro palacios y recorriendo el mundo con los jets y helicópteros propios de un sultán del Golfo Pérsico. Hace 21 años más de 5 millones de españoles, asustados ante un atentado, se tragaron las mentiras de una izquierda que siempre les ha dominado y entregaron el país, en el momento más próspero de su historia reciente, a un fanático, antiespañol, anticatólico y pro-islamista que la destrozó, en apenas 7 años. La hecatombe fue tan grande que hasta aquellos melindrosos españoles, criados entre pañales, se dieron cuenta e intentaron rectificar, otorgando una mayoría absoluta, suficiente para recuperar el país, a un político de buena fama pero melindroso y sin agallas; y cuando todos soñábamos con levantarnos de nuevo, aquél incapaz no hizo nada y nos traicionó abandonándonos, cuando nadie le obligó a ser presidente; y, si no era capaz, - como se demostró - debió de tener la dignidad de renunciar, pero continuó consintiendo y amamantando a los terroristas que, su antecesor, al verlos en estado catatónico, había resucitado casi con respiración boca a boca; y él, preñado de cobardía, miró a otro lado en el caso Faisán, uno de los pasajes más innobles de la historia de España. Muchos nos preguntamos por qué; y ahora, lo sabemos, el PSOE, los necesitaba para volver al gobierno. Y aquellos barros, trajeron estos lodos; y los españoles, volvieron a entregar España a socialistas, comunistas e independentistas que de inmediato, clavaron sus garras y sus colmillos en la yugular de la nación más vieja de la tierra, para ya no soltarla hasta que esté desangrada por completo. Dijeron venir a echar al melindrón que había emulado a Boabdil “el Chico”; y no necesitaron hacerlo pues, aquél pusilánime, blando, flojo y encogido, colocó un bolso en su escaño, se buscó un buen retiro y se fue dejando España en manos de un dictador en esencia, aunque disfrazado de demócrata, para el que, todo aquél que no es de su cuerda es un fascista; y, agobiados por su corrupción, todo lo tachan de bulos de la fachosfera, cuando están en cola para entrar en la trena y si les queda un poco de dignidad, deben de irse, tanto este presidente, como los que a él se engancharon, cual anélidos propios de las aguas podridas del trópico, que abundan cuando la corrupción, - la sangre que los alimenta -, invade un país. Nos han robado hasta las medicinas; han degradado España con leyes ideológicas y de conveniencia. Han convertido el Congreso, es un club de vividores que, a cambio del sueldo, aprueban lo que les ordenan; la administración es una utopía sin control y sin presupuestos desde hace tres años; el presidente dice que la economía va viento en popa (sic) cuando debemos 1,7 billones de euros, aun habiendo pagado 170 mil millones más de impuestos. Estamos en manos de gentuza que llegó al poder con frases como “Los españoles, no podemos tolerar la corrupción ni la indecencia como si fuera algo normal. Si esta cámara no reacciona, ¿Qué vamos a decir cuando lleguen las sentencias?”. Hoy, el autor de estas palabras en el Congreso, está en la cárcel acusado de integración en organización criminal, cohecho, uso de información privilegiada, tráfico de influencias y malversación. ¿Qué tenemos que decir ante semejante farsante, hipócrita e indecente? Hoc est quod Hispaniae restat.

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