A Son de Mar

Inmaculada Urán / Javier FornieLes

El relato

Frente al relato de la pandemia conviene, por eso, recordar algunos hechos que han sucedido

Ahora que la lectura se encuentra bajo mínimos, todo el mundo habla del relato. Básicamente, lo del relato consiste en contar un cuento chino y en repetirlo hasta conseguir que la gente se lo crea. A diferencia de la literatura no pretende descubrir la realidad, sino sepultarla en el olvido.

Frente al relato de la pandemia conviene, por eso, recordar algunos hechos. Podríamos comentar que otros países sí han logrado atajar el virus y que en España o en Europa también se debería haber hecho. Hubiera sido mejor aprovechar los meses de encierro para establecer medidas coherentes e imponer luego una cuarentena estricta a las personas que llegan del extranjero. Libres de virus, podríamos andar quizás sin mascarillas, consumir, viajar y reanimar la economía. Y nos habríamos ahorrado miles de muertos. O habría bastado con comprar las vacunas adecuadas y distribuirlas a tiempo. Cuando en otros lugares ponen las vacunas casi en los supermercados, aquí seguimos con el plan Marshall y la cartilla de racionamiento. La falta de eficacia ha sido tan grande en Europa que el 'relato' apenas contribuye a sostener ese gigante con los pies de barro.

Es cierto que pocos podían sospechar las repercusiones de un virus en China. Pero en febrero, cuando veíamos las consecuencias en Italia, empezamos a mirar a otro lado. Luego decidimos mentir con las estadísticas y con el número de muertos. El verano pasado continuamos con el relato de recuperar la economía y doblegar el virus. A los relatos del gobierno se sumaron pronto con entusiasmo los de las comunidades. Ahora hablamos de vacunados en vez de semivacunados. Tenemos ya la palabra 'recuperación' en la punta de la lengua y aplaudimos la llegada de los turistas como agua de mayo. Los expertos analizan con el rigor de los sexadores de pollos si los bares cierran a las 8 o a las 11. Olvidamos que los vacunados contagian y nuestro problema ahora es volver a los estadios de fútbol. Y si la realidad se tuerce este verano, el relato nos hablará de nuevo de la responsabilidad cívica y de las Navidades.

Algunos dirán que no se puede adivinar el futuro. Cierto. Pero no es ese el problema: hablamos aquí de aprender al menos del pasado, de copiar lo hecho otros países y de no seguir cometiendo los mismos errores un año después. Y, para empezar, en vez de tanto relato podríamos simplemente dejar de hacernos trampas en el solitario.

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