Utopías posibles

La repetición, un problema cultural

La repetición de curso es cuatro veces más alta en España que la media de la OCDE. ¿Somos los más torpes del mundo? No

H AY en España una fuerte corriente antipedagógica que tiende a despreciar la importancia de los informes internacionales. Incluso existe un sector «progre» que dice que a los de la OCDE solo le interesa la economía. Es cierto que el Club de los Países Ricos no está pensando más que en términos de rentabilidad económica y competitividad, pero eso no quita a que estos informes sean el único baremo internacional con el que contamos para evaluar si algo funciona bien o mal. Acaba de publicarse un informe en el que España es campeona del mundo en repetición de curso, tanto en la ESO, como en Bachillerato. No estamos hablando de estar a la cola de Europa, sino a la cola de 38 países, entre los que se encuentran, por ejemplo, Turquía, Costa Rica, Colombia, Chile, México… además de todos los de Europa. La repetición de curso es cuatro veces más alta en España que la media de la OCDE. ¿Somos los más torpes del mundo? ¿los más vagos? ¿quienes más desventaja sociocultural tenemos? ¿tenemos menos recursos que nadie? ¿el peor profesorado? ¿las peores familias? Evidentemente, no. Hay datos objetivos al respecto. ¿Cuál es el centro del problema, entonces? La respuesta tal vez esté en el propio concepto de educación, evaluación y repetición de curso que tenemos en nuestro país. Entendemos la educación como una competición, una carrera de méritos, en vez de una oportunidad. Creemos, quizá por nuestra fuerte tradición católica, que existen el premio y el castigo, el cielo y el infierno, en vez de un interminable camino de oportunidades. En educación, las expectativas lo son todo. Si confiamos en los jóvenes, lanzamos el mensaje unánime de que van a salir adelante y cuestionamos la utilidad de la repetición, empezaremos a mejorar. Quienes primero tenemos que cambiar nuestra propia concepción somos los docentes. Desde hace años, nuestra normativa habla de que un alumno pase de curso cuando tiene POSIBILIDADES de afrontar el curso siguiente. Para nada se habla de tener un tres, un cuatro o un ocho en un examen.

Para quienes crean que eso supondría el hundimiento cultural del país, baste recordar una obviedad: en esos países en que los chavales no repiten a los ingenieros no se les suelen caer los puentes, los médicos también curan a los enfermos y existen grandes e importantes creaciones literarias y artísticas. Urge revisar nuestras inamovibles convicciones al respecto.

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