A dos metros

Ricardo Alba

Y en román paladino

Ahora objeto de coleccionistas era casi inimaginable un hogar sin Duralex desde allá por la década de los 60 y hasta ayer

La mascarilla es totalmente aconsejable en la protección ante el virus. Nada más. No previene derrames verbales, como tampoco reprime majaderías ni camufla estupideces. Sí retiene, en cambio, hediondez halitóxica, amén de calentar la boca a diestra y siniestra por lo que, a veces, te petrifica el sobresalto de habitar en un campo de minas orales de gran alcance siempre a punto de saltar en pedazos y que te va a pillar quieras o no. Así, lo mismo te revienta un oído el 'no comer carne los lunes', ojo con que pueda extenderse a los martes 'no matar el hambre con lentejas', los miércoles 'no atiborrarse de potaje', y así de seguido toda la semana, todo el mes, todo el año. Porque este tipo de campañas comienzan a lo Forrest Gump y ya se sabe.

Decía, digo, que lo mismo que te revienta un oído lo de la carne, te rompe el tímpano lo del Rey Felipe VI. A ver, se puede ser monárquico o republicano, lo que no se puede ser es imbécil -políticamente hablando, se entiende, y alusivo a la carencia de inteligencia-. Lo de los ministros tiene su explicación más allá de la tontuna: están desorientados, es como ponerme a mí de guía en el Museo del Prado, y algo han de decir o hacer estos sujetos para estar o sepamos que están. Además, no saben a qué sabe un 23-F. Y a estos ministros, también a su jefe, hay que decirles, digo, que si quieren cambiar el modelo de Estado lo hagan por lo legal, un referéndum y salga lo que salga.

Estas líneas están escritas el mismo día que Rufián, diputado gracias a que le votaron algunos españoles, suelta en el Congreso que Felipe VI es diputado de Vox porque le votó Franco. La mísera mollera de este cretino no merece más. Lo que queda de columna se lo dedico a Sánchez, a Casado, a Abascal, a Arrimadas, a Iglesias y a toda la ristra. Verán, recuerden que nada es eterno, no, ustedes tampoco. Miren, si no, a Duralex, el 'acero del vidrio' decía un anuncio. Revolucionó la vajilla doméstica, dejó para los domingos la de porcelana. Sustituir la loza por el Duralex era un gesto de ruptura con lo convencional, era el plato irrompible. Ahora objeto de coleccionistas era casi inimaginable un hogar sin Duralex desde allá por la década de los 60 y hasta ayer como quien dice. Y la empresa, tras 75 años de actividad, ha quebrado. Queda la marca, queda la Constitución. Pues eso, que no hay bien ni mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante. ¿Lo pillan?

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