La ruta del aire

El "aquí y el ahora" es el único síntoma de nuestra humanidad lejos de los subterfugios que pretenden separarnos de lo natural

Puede sonar algo trascendente o sugerente pero como todo lo referente a la condición humana esta ruta está llena de esa mediocridad silenciosa que tenemos la mayoría de los miembros de la humanidad. Y es que lo humano, lo mundano, es más auténtico que todas esas afirmaciones que pretenden distinguirnos de lo natural y que nos proyectan hacia lo artificial o metafórico. A pesar de existir aquella necesidad de transcendencia que se sabe desde siempre, y ese anhelo de inmortalidad al que se refería Unamuno, la cotidianidad está llena de contradicciones y negaciones que nos dibujan como lo que somos: seres contradictorios llenos de mediocridad. Por eso la ruta del aire no es lo que parece por la apariencia estética sino un esbozo real del "aquí y el ahora", de lo real en tiempo presente. Veamos: dicha ruta se practica en verano sobre todo, y se compone de paradas en lugares donde hay aire acondicionado mientras se efectúan trayectos a las mayores horas de luz. Esto quiere decir que si una persona va desde un punto kilométrico a otro debe hacer paradas en centros comerciales, tiendas, supermercados, edificios oficiales, etc, para refrigerarse. Quizás en los templos del ocio el viandante pasa más desapercibido pero en un edificio público debe hacer uso de la teatralizacion. Así pues la ruta del aire es una nuestra de humanidad cuando el calor aprieta y nos quitamos los reparos y convencionalismos sociales. Cuando hace calor el paseo peripatético se convierte en un viaje incómodo que necesita lugares de resguardo. En cierta forma la ruta del aire es un viaje mesiánico (en el desierto) que busca la salvación, algo que se puede convertir en místico si además de encontrar el cielo del aire fresco se acompaña con un refresco burbujeante que migre el alma hacia lugares más exóticos. Quizás la mística del "aquí y ahora" sea la única mística posible que nos delata como seres orgánicos inmanentes que no aceptamos nuestra animalidad salvo en momentos como éste. Querido lector, sigua usted la ruta del aire. Por la mañana están las tiendas, los bares, y otros locales. Por la tarde los centros comerciales. Y por la noche ya podemos gastarnos el dinero en el aire acondicionado de nuestra casa, ese que rechazamos por cuestiones de la crisis. ¿Habrá surgido esta ruta con la crisis? En todo caso nuestra humanidad en este "aquí y ahora" está más que representada.

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