La tribuna

José María Martínez De Haro

La segunda transición, gobierno de coalición

CON motivo de la muerte de Adolfo Suárez se han escuchado declaraciones y opiniones diversas sobre el proceso llamado Transición a la democracia. Puede que este sea el periodo mas dilatado de estabilidad política que hemos disfrutado los españoles pero hay indicios muy evidentes que este periodo se está agotando o simplemente se ha agotado. No es motivo de alarma, ningún proceso político resiste inalterable el paso del tiempo.

Titulé mi anterior artículo en este periódico Las cenizas de la Transición con una crítica muy severa a los partidos y sindicatos que prueban la deslealtad a los pactos que cimentaron la Transición. A esos hay que añadir la deslealtad sediciosa de los partidos nacionalistas en Cataluña quienes desprecian las Instituciones y la Leyes que consagran nuestras libertades y el Estado de Derecho. La cuestión es que el edificio político-constitucional ya no aguanta mucho por más que medios oficialistas traten de aparentar cierta normalidad .La realidad es palpable y no es la normalidad la que define la vida pública ni las relaciones institucionales entre CC AA, partidos, sindicatos, tribunales, y organismos públicos, tampoco las relaciones sociales tan deterioradas que los escenarios de acritud y violencia que se repiten.

Como he escrito en este periódico, al comienzo de la Transición, pronuncié una conferencia invitado por el Presidente del Ateneo de Almería, Fausto Romero-Mihura. En dicha conferencia sostenía entre otras cuestiones que "dentro del respeto al orden constitucional el socialismo debía tener acceso al poder para completar el ciclo político de la transición, y hasta que esto no ocurriera sería un periodo incompleto".El PSOE ganó las elecciones en 1982, un año después de mis palabras en el Ateneo de Almería. Mas tarde escribí ( perdón por la autocita) que finalmente se completaba el ciclo por cuanto la derecha y la izquierda, se habían turnado pacíficamente en le poder. Han pasado mas de treinta años de aquello y ahora gobierna otra vez la derecha, o el centro derecha, pero en estos últimos años se han socavado los cimientos de la Transición y son muchos los analistas políticos, juristas y periodistas de la talla de Luís Maria Ansón, así como algunos dirigentes políticos que apuntan a una reforma de la Constitución como posible solución a los muchos y graves problemas que nos afectan. No es admisible un encorsetado ineficiente ante los retos de una sociedad cambiante .Y es por ello que toda Constitución admite ser reformada si la voluntad soberana del pueblo así lo reclama, nuestra Constitución de 1978 admite una posible reforma y señala los cauces para llevarla a cabo.

Sin embargo, con ser necesaria una reforma de la Constitución no creo que esa sola medida política fuera suficiente para contener la desafección que muestra la sociedad española y muy singularmente la juventud hacia la política en general y los políticos en particular. Tal como ocurrió en el primer periodo de la Transición que se completó con el turno de poder UCD/PSOE/PP, ahora sería aconsejable comenzar a pactar una segunda transición entre las fuerzas políticas parlamentarias. Una segunda transición cuyos objetivos podrían ser al tiempo la solución a algunas cuestiones que preocupan; definir y cerrar lo que no quedó cerrado en el primer pacto constitucional; el modelo territorial del Estado desvirtuado por la práctica gobernación del Estado de las Autonomías. El ejemplo de Cataluña desborda peligrosamente el marco constitucional, como acaba de señalar la sentencia del Tribunal Constitucional y el Fiscal del Estado. Solo mediante la grandeza de los partidos políticos que hicieron posible aquellos Pactos de la Moncloa que permitieron transitar hacia la democracia , es posible imaginar hoy otra hazaña semejante y podría conciliarse un pacto hacia la segunda transición política que dejara definidos y razonablemente resueltos problemas que preocupan seriamente a la sociedad española ; la Justicia, la enseñanza, la sanidad, las urgentes reformas en la ley electoral, la ley de financiación de partidos políticos y sindicatos, la disminución de la estructura politica-administrativa del Estado; Diputaciones, Senado, Ayuntamientos, empresas y agencias públicas, organismos ineficientes y superfluos que lastran la economía. Ciertamente que toda la clase política habría de asumir algunas renuncias. La formula mas razonable para comenzar esa nueva transición sería un Gobierno de Coalición, un gobierno fuerte, sin complejos capaz de tranquilizar a la sociedad española y reconciliarla con la política.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios