El 27 de agosto, la UPLBA (Unión de Policía Local y Bomberos de Andalucía) pedía perdón a los almerienses porque nuestra policía local no pudo acudir a todas las llamadas que recibió la noche anterior por falta de personal.
Y basta un minuto en internet para comprobar que el motivo de este episodio que, racionalmente, llama a la rabia y a la indignación tanto de quienes tuvieron que pedir perdón, pues que ocurra tal cosa, que un ciudadano requiera sus servicios y no lo atiendan, debilita enormemente su imagen y lleva a cuestionar su labor como servidores públicos, como de los habitantes de esta ciudad que confiamos en poder contar con esa labor, es una situación existente, y denunciada, desde hace años. Así, por ejemplo, en 2017, este mismo sindicato advertía de que la falta de efectivos en nuestra policía local no era comparable, "ni por asomo", con ninguna otra capital de provincia, que, desde la última promoción, la de 2006, casi 50 miembros habían dejado la unidad y otros tantos habían pasado a segunda actividad y que, con la incorporación de los 16 alumnos que, en ese momento, estaban en prácticas, sólo habría 100 agentes en el turno operativo. (Diario "Teleprensa", 23 de marzo de 2017). Un riesgo para todo municipio pero más aún para aquellos que, como el nuestro, cuenten con una importante extensión de terreno, un buen número de núcleos de población, una alta multiculturalidad y unos meses complicados a causa de la constante llegada de pateras cuyo protocolo de recepción distrae efectivos policiales y de la Guardia Civil. Y es cierto que nuestro gobierno municipal no incumple ley alguna con el número de efectivos de policía local con los que cuenta, ha contado o vaya a contar, pues sobre el ratio entre policías y habitantes únicamente existen recomendaciones, en concreto una de la UE que habla de 2 policías por cada 1.000 habitantes, se traten del cuerpo del que se traten, y otra de la Federación Española de Municipios y Provincias que recomienda un policía local por cada 667 ciudadanos, pero también lo es el hecho de que uno de los grandes retos que este siglo le ha traído a la gestión pública es el de proveer seguridad en un mundo dotado de una tecnología cada vez más potente y en el que ya no existen distancias ni fronteras y eludir tal reto conlleva una traición a la ciudadanía. "La pérdida de homogeneidad social genera que lo que son los límites de control social de nuestras sociedades se vayan diluyendo, con lo cual se ve que cada día la actuación policial es más necesaria y más intensa, porque unos elementos que no llegan a la actuación policial están fallando por problemas educacionales, de pérdida de sentimiento de pertenencia, etcétera." (2018, el director del Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad ante el Congreso de los Diputados (Comisión para el Estudio del Modelo Policial del Siglo XXI))
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