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El sentido del sufrimiento

Cada ser humano aborda el sufrimiento de una manera única. Encontrarle cierto sentido resultará reparador

La vida, a veces, golpea duramente. Todo marcha razonablemente hasta que un accidente o enfermedad sobrevenidos suponen un apocalipsis existencial. Aquello en lo que habíamos creído y todo lo que considerábamos firme se desmorona.

Hay autores que teorizan con la diferencia entre dolor y sufrimiento. Tanto nos da al común de los mortales. Cuando nos cuesta dormir, levantarnos, comer y seguir adelante poco importa qué nombre reciba ese tremendo malestar. Por otro lado hay multitud de escuelas filosóficas o espirituales que describen posicionamientos frente al sufrimiento. Así, por poner algunos ejemplos breves, los cristianos lo utilizan como mecanismo redentor, los budistas tratan de suprimirlo acabando con todo deseo y los estoicos trabajan para aceptarlo desde la perspectiva de la inevitabilidad. Dado que la angustia y el dolor resultan inherentes al mero acto de existir todos los seres humanos adquirimos nuestras herramientas de manejo frente al sufrimiento. Bien de forma teórica, estudiando las fuentes y asumiendo los postulados desarrollados por las distintas escuelas, bien de manera instintiva, cada uno todos tiene cierto posicionamiento frente al dolor. Pero, en mi opinión, existe una corriente que, lejos de ser la mejor, puede llegar a complementar a la que cada uno decida seguir.

"El hombre en busca de sentido" de Víctor Frankl es la obra de psicología más leída en todo el mundo. Este psiquiatra vienés, de origen judío, vivió el suplicio de los campos de exterminio en la época de Hitler. Vivió rodeado de muerte. No sólo muchos de sus compañeros sino toda su familia resultó aniquilada por la maquinaria nazi.

En su obra describe las emociones que sintieron tanto sus compañeros como él mismo en su condición de reo. Estas experiencias, que no resumo porque es mejor leerlas de primera mano, llevaron a Frankle a desarrollar la Logoterapia. Esta corriente, basada en su experiencia y capacidad de supervivencia, se gestó sobre la capacidad de encontrarle sentido al sufrimiento.

Adelanto que su obra no da recetas mágicas, aunque sí algunas claves, para dotar de sentido al malestar que suframos. Tampoco aconsejo que todo el que sufra deba ponerse en terapia, por supuesto. Lo que sí afirmo es que, con independencia de nuestro posicionamiento vital frente al dolor, reflexionar sobre el sentido que este tiene sobre nuestra propia existencia ayudará a trascender el mismo.

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