La esquina
José Aguilar
Se odian hasta con Venezuela
A Vuelapluma
Cuando yo comencé en la Universidad de Granada, en el 69, comenzaba la 2ª promoción de Biológicas. En esa promoción iba “un buen puñado de gente de Almería”, entre los que se encontraba Mar Cano, a la que todos le envidiábamos su fantástico Mehari color naranja. Recuerdos bonitos. Con el tema de las microalgas, en uno de mis frecuentes viajes al CSIC de Sevilla para hablar con un amigo, antiguo Presidente del CSIC, o algo así pues para los cargos soy un desastre, me estuvo contando las peripecias de un viaje en un avión con Mar a no sé qué país, de esos de mucho desierto y mucho calor, para entregarle a los lugareños unos ejemplares de las que siempre hemos conocido en Almería como “las cabras del Sahara”. Según me contaba mi amigo, nunca se había notado unas amígdalas tan móviles como durante ese viaje, pues el avión parecía un cedazo de lo que se movía. Evidentemente la introducción es demasiado larga, pero hay dos razones que la motivan: la 1ª recordar los inicios de la reserva. La 2ª: mueren cuatro gacelas y un arruí por el “estrés de los conciertos” de la “Joya”.
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