Cuanto sexo

La regulación contractual del número de relaciones sexuales es una llamativa muestra de la extravagancia rijosa

La fanfarronería se une a la extravagancia cuando se trata de establecer condiciones para la vida en común, como el número de relaciones sexuales semanales que han de mantenerse. Esto es, se estipula, a modo de cláusula de un acuerdo prenupcial, el «cumplimiento» no solo esperado, sino exigido. Fanfarrones hay que declaran su vigorosa actividad sexual, aunque tan descarado ejercicio solo se sostenga en una presuntuosa declaración de parte. El número de veces -cuántas veces- se sabe que es propio de la reiteración y gravedad de las culpas o pecados, cuando las visitas al confesionario eran más repetidas y repartidas. También materia de estadística venérea, tan a propósito de la comparación y de la vergüenza que resulta de ello. De ahí que el número de relaciones sexuales, asociado a la edad de los practicantes, sea materia «sensible», además de rijosa. Incluso los modos y las maneras del sexo, expuestos como un «resumen ejecutivo» del Kamasutra de bolsillo.

Entre los efectos de las interacciones sociales en redes informáticas y las premonitorias consecuencias del mundo virtual, está una modificación significativa de la entidad y la materialización del sexo. Es decir, el sexo puede resultar algo más próximo a los instintos primarios que al deleite placentero y vital -el sexo es vida-, por mor de la asepsia y la profilaxis que la distancia, de algún modo, impone. Por eso la pornografía puede devenir en algo así como un documental sobre los comportamientos de animales en celo, en lugar de una excitación para algunos erótica y estimulante, siempre que se contemple a la edad y con la madurez debidas. Afecta, entonces, a abogados y jueces la regulación contractual del sexo, además de otros caprichos o prevenciones, cuando las partes contratantes deciden vivir unidas. Una garantía de sexo, cuatro veces a la semana, es una cláusula de este tipo. Y, ante esto, no tarda en advertirse la dificultad de la evidencia. ¿Cómo se demuestra el cumplimiento del voluptuoso compromiso semanal? ¿Tendrá letra pequeña el acuerdo para establecer las condiciones mínimas en que el sexo convenido ha de ser dispensado? En fin, ¿por qué muchos sesentones manifiestan dicha por haberse liberado de las pulsiones sexuales?

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