La siesta, 20 minutos de oro

Disfrutemos de nuestra dieta mediterránea, de nuestras relaciones humanas y de nuestra forma de ser

Si, y es que la siesta -que proviene del latín sixta, que significa hora sexta del día- está considerada por muchos expertos como "de oro" por su gran valor para la salud, ya que tiene un papel muy importante en la restauración tanto a nivel físico como cognitivo. Además, se junta con la somnolencia posterior a la comida, lo que hace que una siesta a estas horas sea ideal para mantener el rendimiento físico, intelectual e incluso anímico a lo largo de la tarde.

El tiempo ideal de la siesta es de veinte minutos. Los primeros cinco minutos sirven para relajarse, los diez siguientes para dormir y los cinco últimos para despertarse y desperezarse. Con este breve pero saludable descanso, el organismo estará preparado para afrontar a pleno rendimiento lo que queda de jornada. Tener el hábito de echar una siesta corta cada día es muy recomendable. ¡¡Mire por su salud, no lo olvide!!

Y ya que está demostrado que la siesta consigue mejorar el rendimiento laboral y la productividad, son muchos los expertos que defienden su incorporación en los centros de trabajo. Así, Japón, Alemania y Estados Unidos ya cuentan con espacios adaptados para que sus empleados puedan "echar una cabezadita" (léase, solo una cabezadita) a mitad de la jornada.

Según Scientific American, una siesta de veinte minutos después de comer, mejora el ánimo y las funciones cognitivas, alivia el estrés, despeja la mente y aumenta la capacidad creativa. Sin olvidar que reduce el riesgo de infarto, elimina la fatiga y provoca sensación de bienestar.

En pocas palabras, que la siesta tiene muchas ventajas y ni un solo "pero".

Se trata de uno de los placeres de la vida que cuesta más bien poco. Nada. Leonardo da Vinci contaba a sus discípulos que la siesta aumentaba la creatividad, Einstein decía que era un lujo para la salud física y mental, Camilo José Cela la consideraba el yoga ibérico, hasta Napoleón fue un acérrimo defensor de la siesta. Propongamos un gran pacto para adecuar el horario a nuestras buenas costumbres. Incluso, y lo digo muy en serio, un día podría declararse Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Disfrutemos de nuestra dieta mediterránea, de nuestras relaciones humanas y de nuestra forma de ser. Ayudemos a conciliar, de una vez por todas, la vida laboral y familiar. Pero… ¡¡La mayoría de los currantes españoles no pueden echar la siesta!! Es una pena pero es así.

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