El síndrome de Noel

La Navidad es la antagonista de la soledad. La ausencia de una es directamente proporcional a la presencia de la otra

D style="text-transform:uppercase">EBE haber un espacio en el que se haga una segunda lectura sobre la navidad y hasta en el que se mencione a un grupo de personas a las que dicha celebración les provoca cierto sufrimiento. La verdad es que rara vez se hace referencia a esto pero el yugo de nuestros condicionamientos culturales es responsable de casi todo lo que nos pasa, ya sea para bien o para mal. Estamos demasiado arraigados a nuestros dogmas, como dijo Nietzsche, y cuando no se dan ciertos rituales de forma plena algunas personas manifiestan un trauma afectivo cargado de consecuencias psicosomáticas. Podríamos afirmar que se trata de un síndrome (digamos el de Noel), con sus síntomas y sus consecuencias. En algunos casos se dan problemas con el sueño, en otros desarreglos alimenticios y en otros tantos comportamientos antisociales. Cada vez que viene la navidad aparece como una tormenta y deja, a modo de precipitaciones, grandes lluvias emocionales. La mayoría de los damnificados viven estas fechas como un ritual aséptico cargado de hipocresía; tratan de evitarlo pero la navidad siempre saca a flote todo lo oculto en el interior; por mucho que estos tratan de evitar ciertos pensamientos la fiesta los destapan y los vuelcan contra ellos mismos, sobre todo cuando se dan de bruces con la publicidad y ese trasiego les recuerda que en el fondo se encuentran solos. Las causas de este síndrome son varias: la ausencia de personas que ya no están, el recuerdo de otro tiempo feliz que ya se ha ido, la certeza de que todos hemos cambiado, el alboroto de tener que trabajar esos días, el no tener familia o carecer de recursos económicos. Para ellos en estas fiestas la tristeza hace acto de presencia y les acompaña hasta que surge el año nuevo y con él una oportunidad de volver a la rutina. Lo peor de todo es que nadie les reconoce el derecho a encontrarse mal. Sus emociones son rechazadas y hasta obviadas. Nadie entiende este malestar y hasta lo niegan inmerecidamente. Por ello es justo otorgar un espacio a este grupo de afectados. Iba siendo hora. Y precisamente yo he querido tener una consideración con ellos ya que no solo no sienten ningún apego hacia estas celebraciones sino que además pasar estas fechas les cuesta lo indecible; he querido, por tanto, decir que hay personas que en estos mom

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