SE ha creado empleo en Andalucía y han aumentado los afiliados a la Seguridad Social, pero el dato global es malo, y hay que decirlo sin paliativos", dijo ayer la presidenta de la Junta, Susana Díaz, tras conocerse las cifras del desempleo nacional correspondientes al mes de marzo. Sus palabras resumen bien la impresión general causada en la comunidad autónoma andaluza por las últimas noticias económicas. Las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo registraron un incremento de 10.000 personas inscritas con respecto a febrero, frente a una disminución de 16.000, en números redondos, de caída del paro a nivel nacional, la mayor que se ha producido desde el año 2006. Así pues, Andalucía se desmarca de la tendencia española, perjudicándose del final de las cosechas, lo que pone de relieve sus problemas estructurales y su dependencia de la coyuntura. Susana Díaz ha vinculado una estadística tan negativa con su reclamación al Gobierno de la nación para que arbitre un plan extraordinario de empleo, demanda que sin duda se justifica por la grave situación del empleo en la región, que viene de lejos, y también por el cumplimiento del objetivo de control del déficit público que la Junta ha satisfecho, aunque todo ello no debe eximir al Ejecutivo autonómico de las obligaciones pendientes, tanto de impulso a la actividad económica como de reestructuración de un sector público excesivo e ineficiente. No acaban ahí nuestras deficiencias. El Instituto Nacional de Estadística ofreció el pasado lunes la contabilidad regional de España relativa al año 2013 según la cual el Producto Interior Bruto de Andalucía bajó un 1,3% con respecto al año anterior. El PIB per cápita alcanzó los 16.666 euros, un 25% por debajo de la media nacional; el del País Vasco se situó en 29.959 euros, pero todas las comunidades prósperas mantuvieron o aumentaron su distancia con Andalucía, solamente superior en PIB por persona que Extremadura y la ciudad autónoma de Melilla. Eso significa que la brecha no se achica, sino todo lo contrario. No existe actualmente un proceso de convergencia de la comunidad autónoma andaluza con las regiones más ricas. Ni en producto interior bruto ni en creación de empleo, como acabamos de ver, ni en otras magnitudes representativas del estado económico y social de la región. Ésta es la cruda realidad a la que nos enfrentamos y el auténtico banco de pruebas para la credibilidad del Gobierno bipartito. Más allá de las medidas sectoriales que pueda adoptar y las mejoras parciales que esté dispuesto a acometer, el Gobierno que preside Susana Díaz se la juega en el terreno de la economía y la generación de empleo y riqueza. El más difícil, por cierto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios