Y A tenemos muchas expresiones para autodefinirnos. Todos sabemos que nos encontramos en la sociedad de la comunicación aunque algunos la consideren de la manipulación. Y hay quienes exponen que estos son los tiempos del poshumanismo, lo cual no es del todo correcto porque la humanidad aún no ha acabado y en realidad el término alude a una crisis del humanismo renacentista, tal como el vocablo posmodernismo que se refiere a una crisis del modernismo y no al fin de la modernidad.

Además también se nos sitúa en la era posindustrial. Y si seguimos seguro que encontraremos más vías identitarias. No obstante esta situación me parece justo la inversa. Cuando hay tantos nombres para definirnos es porque quizás estamos en crisis de identidad. Nuestra cultura atraviesa una crisis que no deriva hacia una situación de regulación sino más bien a una de desregulación que nos hace seguir buscando un referente o un síntoma de lo que nos gustaría ser. De todos los conceptos que han sido diseñados para definirnos me llama poderosamente la atención el de la sociedad del conocimiento. Fue el filósofo Peter Drucker el primero en utilizarlo y quién pretendió describir con el una sociedad que provenía de las tecnologías de información y la comunicación. Para él el conocimiento era un recurso al que se le asociaba una finalidad. No obstante no me parece un concepto muy acertado.

El conocimiento no puede cosificarse en datos, sino que es un concepto más amplio donde entran las relaciones sociales, las experiencias, etc. Además no solo es un recurso; también es una aptitud: la de saber. Sinceramente dudo mucho que la sociedad actual sea aquella donde exista tal aptitud o donde el conocimiento se ejercite de forma integral y transversal. Por otro lado la aproximación de Drucker a la crisis de identidad actual se aleja mucho del concepto clásico de conocimiento. No hay conocimiento transparente y accesible sino filtrado por las grandes corporaciones. Para resolver el acuciante problema de nuestra identidad podría ser más justo decir que nuestra sociedad es la sociedad del tránsito. Estamos alejándonos de la modernidad, que era la etapa anterior, pero no hemos llegado a otra nueva. Y eso es lo que somos: unos viajeros que se miran constantemente al espejo para saber quiénes somos. Aceptar esta realidad es el modo de acercarnos al objetivo: la autodefinición.

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