La superioridad moral

La superioridad moral es una relación vertical. Quién se siente así debe saber que necesita sentirse mejor que los demás, inmortal

No quisiera ser nunca como ellos/menos aun haberlo sido». Estos versos de Brines, celebre poeta del grupo poético de los 50, sirven para abordar un tema complejo y difícil. Amén de haberlos escrito para otros fines, la rotundidad de las palabras permiten su uso para una reflexión urgente. La superioridad moral es un mal de nuestro presente. Existen personas que se sienten poseedores de la razón absoluta y por lo tanto con el derecho a juzgar a los demás. No solo voy a hablar de la superioridad moral de la izquierda porque también la hay en el centro y en la derecha, así como en la religión, y hasta en el determinismo científico. Los grupos de poder están llenos de esta superioridad, en su caso autosuficiente. Esto tiene varias interpretaciones: una de ellas es el complejo de inferioridad que genera un comportamiento inconsciente para compensar las ausencias y frustraciones. Otra es la soberbia intelectual, el suponerse especial por razón de una formación académica, experiencia laboral o autobiográfica. En cierta forma todos pensamos que somos virtuosos y nos otorgamos estar, al menos, por encima de la media. No conozco a nadie que no lo haga. Por eso en cierta forma nuestra vida tiene un componente de autoengaño. Pero la interpretación más rigurosa tiene que ver con la inmortalidad. Antropológicamente el ser humano tiende a la acumulación y al poder para la supervivencia, o la demanda/ilusión de la misma. Por eso cuando se acumula poder o conocimiento el individuo se considera más inmortal que los demás, en el plano inconsciente claro. La superioridad moral surge así como deseo de inmortalidad, como anhelo cultural. Pero todo esto es una falacia obviamente. Cualquier forma de superioridad moral supone una hipocresía histórica, en tanto y en cuanto supone olvidar los dos grandes descubrimientos morales de nuestra cultura: la ignorancia y la humildad. Estos valores socráticos se desechan intencionadamente por todos los que se consideran superiores; generando en su contra una moral utilitarista, arbitraria, etc. Y de ahí surge la consideración de los demás como opuestos, como seres despreciables. «No quisiera ser nunca como ellos/menos aun haberlo sido», dijo el poeta. La superioridad moral es una relación vertical con los semejantes. Quién se siente así debe saber que, por alguna razón, necesita sentirse mejor que los demás, inmortal.

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