El cañillo

pablo martínez-salanova peralta

¿Para qué tocas?

Desde que empezó el confinamiento, además de las medidas del estado de alarma, se ha estado apelando a la responsabilidad individual para prevenir la propagación del virus. En mi calle las franjas horarias para los paseos fueron mera anécdota, porque desde el principio la gente ya hacía lo que le daba la gana. Así que hoy, que para muchos el coronavirus es como si ya no existiera, dile tú al personal que se ponga mascarilla o que se lave las manos como un loco. Pero es que, una vez las restricciones legales han quedado reducidas a la mínima expresión, al ciudadano de a pie solo nos quedan tres armas que usar: la mascarilla, la distancia y la higiene. Y mira que son sencillas, pero la gente ha acabado muy quemada de prohibiciones. El otro día me tocó una persona que no me había tocado en cinco años. Se lo vi en un primer amago, vi en sus ojos la necesidad de tocar, a mí, al que fuera, porque antes no podía hacerlo. El problema es que se ha olvidado que ahora tampoco debe hacerlo, porque sigue el virus. Y si no siguiera, también. No toques. ¿Para qué tocas?

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