Mañana Migas

Carmen Mateos

Las dos torres

Las dos torres construidas tras nuestra estación de ferrocarril son una triste realidad. Pero no son sólo eso, también son punta de lanza de lo que ocurrirá muy pronto. Según declaraciones de la Mesa en Defensa del Ferrocarril, una plataforma que lleva luchando para que en Almería haya una buena infraestructura ferroviaria desde hace décadas, ha mostrado un rotundo rechazo a la alternativa de soterramiento consensuada por las administraciones. Y no es de extrañar. La fórmula ideada por Adif, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Almería, ha llegado al acuerdo de que el soterramiento se pagará con la liberación del suelo de los talleres de Renfe y Adif, de manera que quedarán a disposición del Ayuntamiento para que haga con estos terrenos lo que estime oportuno.

¿Y qué se les ha ocurrido? Pues teniendo en cuenta quien gobierna nuestra ciudad, lo mismo de siempre: más ladrillo. Las dos torres ya construidas sobre los antiguos terrenos del silo de mineral, más popularmente conocido como Toblerone, son un auténtico atentado visual y arquitectónico contra el patrimonio, que dejan en un ridículo segundo plano una de las estaciones de tren más bonitas de España. Estos engendros de cemento han hecho saltar las alarmas a voces patrimonialistas y defensoras del buen uso, ya no sólo del dinero público sino, también, del propio modelo de tren y ciudad que queremos en Almería. Estamos, por tanto, ante una operación urbanística, y especulativa, por parte del Ayuntamiento que, no sólo retrasará la llegada del tren hasta, se estima, 2028, también dejará un skyline lleno de moles de hormigón, seis torres más para ser exactos para que, los que puedan pagar su lujoso piso aquí, disfruten de unas vistas únicas desde sus atalayas, mientras éstas afean y devalúan la poca estética que quedaba en la zona.

No es normal lo que termina ocurriendo siempre en Almería. Aquí, los intereses de unos pocos priman sobre los intereses de la mayoría. Esto será un pelotazo para las constructoras que se hagan con esos terrenos. Y muy cuestionable para quién en su cabeza, ha pensado que la mejor opción para pagar el soterramiento sea hacer una operación urbanística sin precedentes, cuando en otras ciudades, el soterramiento de tren ha sido financiado íntegramente por el Ministerio de Fomento. ¿Qué cambia entonces en Almería? Quizás lo que cambie sea el criterio, y el interés, de quién gobierna tan sólo para unos pocos.

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