La cuarta pared

Las dos torres

Con la construcción de las dos torres no cabe duda de que la ciudad ha ganado más de lo que ha perdido…

No soy yo un gran fan de la novela El Señor de los Anillos, trasladada a la gran pantalla en formato de trilogía en una de las superproducciones más laureadas del cine con un total de 18 premios Óscar entre las tres partes. Sin embargo, el título de la segunda entrega, que coincide con el segundo volumen de la novela, me viene a la mente útilmente con demasiada asiduidad. Casi a diario, desde hace décadas paso por delante de la rotonda de la plaza de la estación, lugar en el que se encuentra en mi modesta opinión, unos de los edificios de mayor valor arquitectónico y urbanístico de la ciudad. Almería no es precisamente una ciudad en la que se prodiguen las joyas arquitectónicas, y a poco que se pidiera a 100 expertos en la materia que seleccionaran 5 edificios de valor singular, dudo mucho que la estación de ferrocarril no apareciese en todas las listas. La estación, no solo es un excelente representante de la arquitectura del hierro del XIX. Se convirtió en la puerta de la ciudad a su desarrollo posterior. Siendo una estación terminal, curiosamente adopta la forma de estación de paso o tránsito, pues ya se planteó en su día como esencial la conexión con el puerto, a través del muelle de carga de mineral que unos años más tarde se materializaría en el cable Inglés, hoy en plena restauración y puesta en valor.

Durante décadas me acostumbré a ver la estación sobre el fondo homogéneo que le confería el antiguo silo industrial más conocido como Toblerone, que como si de un gusano de las arenas del planeta Dune se tratara, reposaba varado en la superficie esperando al desmantelamiento que nunca llegaba. Fue todo un descanso para la vista, poder contemplar la estación con un fondo limpio y azul. Descanso que se prolongó durante unos años.

Con la construcción de las dos torres (dos de momento), erigidas en los suelos antes ocupados por el silo, no cabe duda de que la ciudad ha ganado más de lo que ha perdido. Se está regenerando la trama urbana y aparecen nuevos espacios abiertos y esponjados fruto de concentrar los aprovechamientos en altura.

Pero la intrincada composición de los volúmenes prismáticos, en la que con geometrías complejas, y un completo catálogo de materiales, celosías, vidrios, revestimientos, metales, maderas, pérgolas, descuadres y voladizos se ha resuelto el dialogo entre Barad-dur y Orthanc me hace echar de menos el lienzo rojo óxido del Toblerone sobre el que la estación reposaba con calma viendo pasar el tiempo.

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