Comunicación (im)perinente

Francisco García Marcos

La tribu fofa

A menudo, los leones y los cocodrilos de la región realizaban incursiones para devorar algún nativo

John McKinnon solo descansó al divisar las macilentas playas de Skype. Después del desastre de Culloden, allí el príncipe Carlos quedaría, por fin, a resguardo. Escocia estaba perdida, pero el aspirante al trono seguía vivo. En agradecimiento, el monarca frustrado lo recompensó con la receta de un licor secreto, al que bautizaron como "uisce beatha". Medio siglo después, su hijo Dhoire mantenía la empresa familiar a pleno rendimiento, ya en Edimburgo. Filántropo pertinaz, sufragó la educación de muchos jóvenes arrabaleros. De allí procedía David Roberts, uno de sus pensionados más conocidos, convertido años después en reputado pintor romántico. El joven trabó una estrecha amistad con Kendrik, el primogénito Dhoire. Tan intensa fue que en 1832 se aventuraron a recorrer la pintoresca España. Luego separaron sus caminos. David se dirigió a Egipto, mientras que Kendrik prosiguió hasta el lago Turkana. Fue el primer europeo en llegar allí, casi 40 años antes que el conde Teleki. De vuelta a Edimburgo, heredero ya de la destilería, vivió plácidamente de sus rentas. Para matar el rato, se dedicó a rememorar sus andanzas africanas, compiladas en 18 prolijos tomos.

De entre todos los pueblos que conoció, mostró predilección por los que llamó "duine flabby", algo así como "persona fofa" en gaélico. McKinnon los describe como una tribu abúlica, a consecuencia del control dispuesto por los hechiceros, un tanto primitivo, aunque de suma efectividad. En el centro del poblado habían levantado una tarima sobre la que subían a conversar los nativos más patrañeros. Gritaban, se insultaban, pataleaban, llegaban a escupirse y, sobre todo, opinaban con autoridad indiscutida sobre cualquier tema del que no solían tener ni la menor idea. El espectáculo era continuo, no cesaba en todo el el día. Los "duine flabby" mostraban una fascinación absoluta por él, hasta el punto de paralizar cualquier otra actividad, en trance permanente, ausentes del mundo. A menudo, los leones y los cocodrilos de la región realizaban incursiones para devorar algún nativo, ante la completa impasibilidad de sus vecinos, incapaces de apartar la mirada de la tarima ni tan siquiera para salvar la vida. Durante casi un siglo la obra de McKinnon pasó desapercibida para el gran público. Fue a partir de finales del XX cuando, gracias a su traducción al inglés, alcanzó notabilísima repercusión. Hasta tal punto fue así que los seres fofos inspiraron una práctica social conocida como Telebasura.

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