Comunicación (im)pertinente)

Francisco García Marcos

El triple

Steven Kerr no es cualquiera. Ganó 5 veces la NBA, tres con los Chicago Bull junto a Jordan y otras 2 con San Antonio Spurs

S TEVEN Kerr no es cualquiera. Como jugador, ganó cinco veces la NBA, tres con los míticos Chicago Bull junto a Jordan y otras dos con San Antonio Spurs, esta vez al lado de Tim Duncan. Después, ya como entrenador, volvió a conquistar el mítico anillo con Golden State Warrios, en otras tres ocasiones (de momento). A todo ello hay que sumar un campeonato del mundo y otras distinciones implícitas, como poseer la carrera con el mejor porcentaje de triples en esa competición. El pasado miércoles recorrió todos los informativos del planeta por su contundente alegato contra el acceso a las armas en EE. UU., tras el enésimo tiroteo mortal en su país. El actual seleccionador nacional cargó contra la clase política sin miramientos. No quiere más minutos de silencio ni más banderas a media asta, sino medidas concretas y efectivas. Con un contundente puñetazo en la mesa denunció a 50 senadores que están bloqueando una medida que aprueba más del 90% del país. Sabe de lo que habla. Su propio padre murió tiroteado hace 38 años.

No es la primera vez que Kerr se implica en la defensa de causas sociales. Tampoco es la única personalidad del deporte norteamericano que lo hace. Tan solo un par de años atrás LeBron James se puso al frente de las protestas antirracistas. Han seguido la estela de Mohamed Alí, Tommy Smith y John Carlos, Karim Abdul-Jabbar, que incluso apadrina un premio anual para distinguir los valores éticos de los deportistas. La espectacular maquinaria de deporte norteamericano no olvida una cuota de permanente y tangible implicación en las causas justas. Sus grandes iconos, en ese sentido, muestran una mayor sensibilidad que sus homónimos de otras partes del globo. No deja de ser un dato significativo. A menudo se impone una lectura simplista de la sociedad norteamericana, como si solo fuese capaz de producir marines en guerra perpetua, intrigantes mundiales apoyando a dictaduras fascistas, empresarios que controlan los mercados con mano de hierro o fanáticos de pelaje diverso. Un país de esas dimensiones físicas y demográficas, por fuerza, ha de contener más cosas. La intervención de Kerr es un exponente claro de ello, un eslabón más en la larga cadena de activistas norteamericanos en la defensa de los derechos civiles y de una sociedad democrática, una forma evidente de responsabilidad cívica por parte de los deportistas, referentes para millones de personas. Sin duda, ha sido un nuevo triple (ético y ejemplar) del gran Steven Kerr.

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