De la tristeza

Si la mirada al pasado se centra en un hecho doloroso o el presente se tiñe de sufrimiento podremos caer en la tristeza

El ser humano es un animal eminentemente histórico. Albergamos la capacidad de viajar hacia delante o hacia atrás del eterno presente que es nuestra existencia. Empero, ay de nosotros, ese poder encierra también un peligro. Si la mirada al pasado se centra en un hecho doloroso o el mismo presente se tiñe de sufrimiento podemos caer con facilidad en la tristeza. Mirar hacia el futuro con recelo no causará pena sino temor o ansiedad. Hoy dejaremos que la tristeza se enseñoree de estas humildes líneas y abordaremos la ansiedad en próximos artículos.

La semana anterior desempolvamos algunos textos de Santo Tomás de Aquino acerca del sufrimiento hoy, aprovechando sus lecturas, también nos orientará sobre la pena.

Contaba el santo que la tristeza surge por "la aprehensión de un mal interior". El de Aquino argumentaba como la melancolía supone una piedra en el camino de la felicidad, siendo está el estado natural de todo ser que camina hacia su objetivo. El santo, conocedor de la naturaleza humana, criticó la dureza de los estoicos que consideraban la tristeza como una debilidad que debía ser erradicada. Sabedor de que el rebaño que pastoreaba no podía deshacerse, en su mayor parte, de semejante lastre dirigió su mirada hacia los peripatéticos, otra corriente filosófica de la Grecia clásica. Estos pensaban que la aflicción era connatural al devenir humano y podía incluso dotarse de una función necesaria (por ejemplo la tristeza que emerge al perder un ser amado).

Llegó a afirmar Santo Tomás que "hasta el sabio sufre tristeza pero su razón no es usurpada por el dolor". Y en este punto es cuando servidor, psiquiatra humanista, levanta la mano. Es importante señalar que justo esta es la línea divisoria entre una de las inevitables pasiones humanas y un trastorno en rango clínico. La tristeza debe ser abordada de un punto de vista médico cuando entorpece o impide el correcto desenvolvimiento de la vida y sus actividades. En una sociedad cada vez menos tolerante con el sufrimiento surgen muchas demandas que no buscan sino psiquiatrizar o psicologizar el malestar propio de la vida.

Pero volvamos a Santo Tomás. ¿Qué nos aconseja el sabio que hagamos para salvar el escollo de la tristeza? Pues nos dejó cinco recomendaciones: darse un pequeño lujo, permitirse llorar, compartir con los amigos, dejarse asombrar por la belleza de la naturaleza y finalmente asearse a fondo y dormir.

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