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Javier / Montoya

El truco final (su prestigio)

DICE Míster Sánchez que el partido de esta tarde no es una final. Todos sabemos que no lo es para el equipo pero lo puede ser para él mismo. Porque la paciencia tiene un límite, como todo en la vida; como los sueldos, por mucho que te vendan la moto, o como la propia vida, que se va apagando o se acaba de sopetón.

Dice el Gran Huguini que las vacaciones navideñas deben servir para reflexionar. Todos sabemos que el crédito se le agota y él mismo es consciente, si alcanza a mirar más allá de su ego y su afán de encumbrarse, de que o se invierte la racha negativa o nos vamos, el mago por donde vino y los demás al pozo.

Dice el americano, al que recibimos con alegría hace un año, que jugamos bien. Todos sabemos que eso no es suficiente, que esto es la jungla y el jogo bonito no da para mucho. Que no se vive ni con ni de eso, vamos. Un buen mago es el que te tiene con la boca abierta, el que sabe crear expectación y al final deslumbra.

Dice el ilusionista mexicano que los pitos perjudican al equipo. Todos sabemos que el apoyo es fundamental pero, amigo mío, demuestra usted una alarmante falta de luces en cada espectáculo, culminado en su última función ante casi 10.000 espectadores. Si se le dan tres oportunidades para cambiar, sólo usa una y las otras dos son muy necesarias, usted me dirá.

Dice el hombre de las tesis que los resultados no reflejan sus méritos. Sabemos que en el fútbol cuentan muchos factores. Su punto fuerte, la unión en el vestuario, no me lo parece tanto al oir declaraciones contradictorias de Piatti y Juanma Ortiz. Extremos opuestos, harían honor a sus posiciones. En fin, ojalá nos calles pero tienes los días contados. Abre los ojos.

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