Mi unidad, mi ruptura, mis contradicciones

Quienes defienden la unidad impulsan diferencias brutales en el ámbito tributario. Quienes pretenden una total independencia tributaria defienden la armonización fiscal

M E vienen a la mente aquellas imágenes de "un lobito bueno…una bruja hermosa y un pirata honrado" de Goytisolo. De un mundo auténticamente al revés. Porque ahora las cosas empiezan a ser de otra manera, al revés de como creíamos que eran la cosas. Porque la pantalla de nuestro panorama político va más allá de la paradoja. Me atrevo a decir que es una pura contradicción. Algunos toman decisiones que van contra sus principios generales, contra sus ideas guía, en aras, supongo, de un cierto tacticismo cuyos objetivos inmediatos contradicen lo que por otra parte se está pregonando. Toman decisiones que favorecen una cierta unidad de España aquellos que dicen querer irse, y quienes anhelan la unidad toman otras que favorecen la disgregación del Estado. Si alguien quiere realmente "romper España", jamás debería tomar decisiones, como aprobar los presupuestos generales del estado, que salvan una unidad de acción. La carencia de presupuestos favorece la putrefacción, el río revuelto, en cuyo caso ganarían los que se quieren independizar. Y no. Votan a favor de los presupuestos sin que haya constancia de contrapartidas. Por otra parte, quienes tienen la unidad a flor de piel están tomando decisiones que van exactamente en la dirección contraria. Defender que España sea "una" implicaría la unidad de la acción legislativa y la defensa de las leyes que emanan, según dice la constitución a la que dicen defender, del poder popular, del parlamento. Y muy a la contra, cuando se aprueba una ley que, con razón o sin ella, no es de su agrado, comienzan una campaña en la que no solo se recogen firmas pidiendo su derogación, sino que anuncian que en los ámbitos en los que tienen poder van a legislar al margen "en todo lo que puedan". Así que, por ejemplo, no habría una ley de educación, que guiara la acción de todos los docentes, sino 17 leyes distintas; cosa de locos. Y, además, estos que defienden la unidad impulsan diferencias brutales en el ámbito económico y tributario. Desprecian la igualdad de todos los españoles ante la ley (tributaria) y dependiendo de dónde tenga su lugar de residencia defienden pagar más o menos, mucho más o mucho menos, por los mismos conceptos, atacando con vehemencia a quienes abogan por una mayor igualdad. Y viceversa, quienes pretenden en su programa una total independencia tributaria defienden la armonización fiscal. Otra vez cosa de locos.

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