Opinión

Javier Pery Paredes

La vacuna del JEMAD

La pandemia sacó lo mejor de muchos. Tanto es así que cuesta trabajo aceptar la maldad de unos pocos. La vacunación del General del Aire Villarroya abrió para algunos la caja de Pandora de todos los males, incluidos truenos y relámpagos, con lo que poder acusar al Jefe de Estado Mayor de la Defensa de ¿no se qué? por haber recibido la primera dosis de la vacuna que protege del Coronavirus-19 y, por añadidura, a unos cuantos militares más y, para completar, generalizar en la totalidad de los militares.

Las comparaciones son odiosas, dice la sabiduría popular, pero más cuando está ausente todo criterio de comparación. La vacunación de altos cargos en ejercicio y la valoración que en el mundo de la política se hizo resulta una de esas situaciones que, analizadas con sosiego y lejos del fragor de peleas internas y electorales, es difícil de comprender. Para quienes, de una forma u otra, están obligados a velar por la seguridad de las instituciones debería estar claro que ello implica velar por las personas que las encarnan, ya sea temporal o permanentemente. Nada que ver con privilegios ni imposiciones.

Quienes desde el mundo de la política y de la administración vieron en la vacunación del Jefe de Estado Mayor el uso de un privilegio, se equivocan como poco. Será por aquello que juramos los militares de nunca abandonar a nuestros superiores, es por lo que rompo el silencio que me impuse hace tiempo de mirar en la distancia y dejar pasar tiempo a la hora de escribir. Sin embargo, esta defensa merece la prontitud. Es así porque creo que España merece Seguridad, de todo orden, y que esa Seguridad Nacional está en las decisiones que toman las personas responsables de ella. Así que velar por la salud de quienes las toman es una necesidad, nunca un privilegio. Nada de malo tendría vacunar al S.M. el Rey, al Gobierno en pleno y a otros tantos cargos públicos, entre ellos a los Jefes de Estado Mayor. Todo lo contrario, sería una buena decisión de los responsables de Sanidad Nacional.

El General Villarroya nunca hizo uso de una prerrogativa del cargo. Quienes de su orden se vacunaron, menos. Si algunos creen lo contrario será porque, en el fondo, son ellos quienes ejercitan a diario el abuso de poder y nunca entendieron que la Política, como la Milicia, es servicio público. El general lo hizo durante más de cuarenta años. Quienes acusan probablemente, nunca.

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