A la luz del día

Antonio Montero Alcaide

Escritor

500.000 vaginas

El sexo solitario demanda una ingente producción de vaginas de plástico para un sofisticado deleite onanista

Una innominada fábrica andaluza, de grandes dimensiones y disimulada en un polígono industrial, fabrica tan ingente número de vaginas para un sofisticado deleite onanista. El asunto parece algo subido de tono, pero, bien miradas las cosas -no se tome al pie de la letra-, lleva a cuestiones más serías y hasta a entrar en disquisiciones sociológicas. La también conocida como "fábrica de placer" corresponde a la filial europea de una empresa norteamericana líder mundial en el sector de los juguetes sexuales para hombres. Su capacidad de producción supera las 500 000 unidades al año, sin que pueda disponerse de existencias en stock porque el mercado europeo, principalmente en Alemania, Inglaterra y Holanda, hace que la fábrica casi no dé abasto y esté prevista una nueva inversión en maquinaria para incrementar la producción. Más conocidos son otros juguetes que tienen nombre académico, porque el Diccionario llama "consoladores" a los "aparatos, generalmente en forma de pene, utilizados para la estimulación sexual", sin que sea necesario entrar ahora en controversias de género. Las vaginas, asimismo consoladoras, están elaboradas a partir de gelatina viscosa que fragua y toma cuerpo en un molde de forma alargada, con más de dos docenas de modelos, algunos especialmente cotizados por los estímulos que producen. El departamento de I+D+i de la empresa -que es una cosa seria- está ultimando innovaciones tecnológicas para propiciar la interactividad: cacharritos electrónicos que traducen los movimientos, películas para adultos, vibradores por control remoto y todo un aparataje del gustito. Aunque para que no todo quede en materia masturbatoria, la filial española pretende suscribir acuerdos con grandes hospitales donde sus productos puedan utilizarse para corregir desarreglos tan fastidiosos como la disfunción eréctil o la eyaculación precoz. O, asimismo, como recurso a propósito en las clínicas que recolectan semen, a fin de poner más fácil la tarea a los donantes en apuros. De modo que estas vaginas, cuya elaboración es un secreto tan reservado como el de la Coca-Cola, lleguen, con su venta en las farmacias y no por otros canales, a un público generalista. En este caso, la empresa opta por un artilugio con "orificio neutro", razones comerciales y de mercado tendrá para ello.

En fin, que el sexo solitario incrementa la producción de vaginas de plástico y ya no es el caso de llamar con amor cuando se quiere decir sexo.

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