La isla del tesoro

SONIA FERRER

¿Todo vale?

Si el voto de castigo fuera solo a la gestión de la Junta, ¿por qué castigar a Podemos e Izquierda Unida?

Las elecciones andaluzas han sorprendido a propios y a extraños. Nadie se esperaba el resultado que salió el domingo de las urnas. No leímos, oímos o vimos que ninguna encuesta, medio de comunicación o tertuliano de turno augurara el resultado del domingo pasado. Y, hemos de reconocerlo, en mi partido tampoco. A todos ha sorprendido básicamente dos cuestiones: la alta abstención y la irrupción de un partido de ultraderecha, Vox. Leemos esto días múltiples y diversos análisis de la entrada de este nuevo partido: que han sacado más votos en las zonas donde hay más paro o inmigrantes, que si es un voto de descontento generalizado, que se ha votado en clave nacional, que lo mismo está pasando en buen parte de Europa, etc. Si bajamos y analizamos dato a dato, pueblo a pueblo, vemos que Vox, efectivamente, aparece con más fuerza en las localidades donde hay agricultura potente e inmigrantes, pero además se le ha votado en todos, absolutamente en todos los pueblos de nuestra provincia. Con mayor o menor porcentaje, pero ha sido generalizado. Así ha ocurrido también en el resto de Andalucía. También observamos que las izquierdas han disminuido en su confianza con los electores: Tanto Psoe como Adelante Andalucía han bajado. Si el voto de castigo fuera solo a la gestión de la Junta, ¿por qué castigar a Podemos y a Izquierda Unida? Vox representa la derecha más casposa y retrograda. La que ha dejado de pertenecer al Partido popular y se ha pasado a Vox. Según los estudios publicados, de los 12 diputados de Vox, 6 proceden de votantes del PP. La casa es la misma. Por eso no sorprende ahora que abracen con los brazos abiertos a sus hijos políticos. A los populares, la careta de la modernidad impostada, se les ha quitado de un batacazo después del 2 de diciembre. Se les ve tranquilos y cómodos con la ultraderecha que representa Vox. Un partido transversal dijo Casado. Claro, transversal en sus propuestas radicales: eliminar la ley de violencia de género o memoria histórica, poner en duda el número de asesinatos a mujeres, mano dura contra los inmigrantes, derogar el matrimonio homosexual.,etc. Y eso del Pp, que quieren que les diga, no me sorprende. Lo que es más chocante, es que un partido que se define a sí mismo como regenerador de la democracia, Ciudadanos, de pábulo a estos fascistas, con tal de conseguir gobernar. En una democracia todas las coaliciones son legítimas, pero no los programas sobre los que se articulan. No todo vale para conseguir el poder.

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