Muchas veces en las campañas electorales oímos excesos y exabruptos. En ocasiones no son buscados, sino consecuencia de la tensión electoral o la pérdida de nervios de los candidatos. En otros procesos electorales el objetivo de movilizar al máximo a los propios y agitar el ambiente lleva a los partidos a buscar lemas impactantes y hacer propuestas demagógicas. Los electores saben que tanto el exabrupto como la propuesta excesiva es producto de la campaña, y no se creen la súper oferta, porque saben que al día siguiente de las elecciones los candidatos habrán olvidado lo que dijeron en un debate. No cabe acusar al partido de publicidad engañosa, como se hace en el supermercado, porque en realidad nadie creyó la oferta. En todo caso, siempre le queda al candidato en cuestión la socorrida excusa de que aquello que prometió es inviable dada la coyuntura económica o la herencia recibida.

Viene al caso lo que antecede por el proceso electoral madrileño. Pudimos ver en toda España, quizás por el indudable interés de las elecciones del 4 de mayo, un debate en el que se cruzaron descalificaciones y algún insulto. Hay quienes hicieron esfuerzos por dar a conocer sus propuestas, defender su gestión y mostrar soluciones alternativas a los principales problemas de los madrileños. Dependerá de los gustos y las preferencias electorales pensar quién gano y quién perdió el debate, y en todo caso y según los sondeos, esa opinión es bastante coincidente con la expresada en las encuestas electorales.

Nada que no fuera previsible, salvo la fría y calculada decisión de la candidata de VOX, de defender un cartel electoral que enfrenta y contrapone a mayores y jubilados contra menores extranjeros no acompañados. El mencionado cartel ha sido denunciado por un presunto delito de odio. Serán los tribunales los que finalmente decidan, pero desde el punto de vista político es terrible que se utilice un debate que ven millones de personas para agitar los peores instintos, con afirmaciones demagógicas y por tanto mentirosas. De los políticos esperamos que den ejemplo, que hagan pedagogía para entender un mundo cada día mas complejo, pero nunca deberían usar el privilegio de hablar al conjunto de la ciudadanía para generar miedo u odio hacía unos niños y adolescentes que salieron de sus países huyendo de la miseria y buscando una vida mejor. No todo vale en una campaña electoral.

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