El valor de la nada

Antes de marchar intentamos que algo de nosotros permanezca cuando nada nuestro exista

Michael Ende describía la Nada como un vacío que iba engullendo la luz y la vida conforme se abría paso por el reino de Fantasía. En La Historia Interminable la Nada servía de alegoría del caos y la destrucción que en ciertos momentos se asocian a la historia del mundo y del ser humano.

Sin embargo podemos apreciar que la Nada puede ser también un concepto positivo. Visitar al médico y que concluya que "no tenemos nada" resulta altamente satisfactorio. Cuando después de un desaguisado alguien pronuncia "aquí no ha pasado nada" uno se quita un gran peso de encima.

En psiquiatría la nada puede albergar un gran significado. Algunas depresiones graves cursan con un delirio nihilista (del latín nihil) en el que paciente puede llegar a creer que sus órganos no funcionan o sencillamente el sujeto cree que está muerto. Otros pacientes deliran con la antítesis de la nada, de modo que todo guarda relación con ellos y ninguna de las circunstancias que acontecen en sus vidas son casuales.

Así pues me pregunto ¿cuál el es el mecanismo mental que nos lleva a discernir entre una nada oscura de una liberadora? ¿Dónde se esconde nuestra capacidad para relacionarnos sana o perjudicialmente con la nada? Heidegger creía que este concepto ahonda hasta lo más profundo de nuestro Ser y constituía la clave de un desarrollo ontológico adecuado. Vivimos llenando la Nada contra la que luchaba Atreyu, morimos peleando por dejar una estela trascienda nuestra ulterior inexistencia; intentamos que algo de nosotros permanezca cuando nada nuestro exista. La Nada nos acompaña desde el momento de nuestro alumbramiento hasta nuestra muerte sirviendo de espejo de la dualidad del Hombre. Navegamos por la Nada, batallando contra ella, gozando de ella sin llegar a mirarla de cara nunca y sin lograr jamás comprenderla. No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Con estos versos se aproximaba Pessoa al misterio del Ser. El mismo Ser y la misma Nada que Sartre encriptó en su primera obra. Esa Nada a la que solo el silencio y la meditación profunda permiten aproximarse someramente Estas letras volarán hacia el vacío, puede que esta invitación caiga pronto en saco roto, esta columna mañana será olvidada. Hoy te reto a mirar hacia otro sitio, te empujo a reflexionar sobre otro lugar. Aunque bien pensado tanto da si aceptas como si no porque a resultas nada es como parece y al final tampoco pasa nada.

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