Carta del Director/Luz de cobre

El vertedero y el soterramiento de El Puche

Cómo se hace un proyecto que obvia que hay 100.000 toneladas de escombros y nadie lo percibe

Cien mil metros cúbicos de vertidos tienen la culpa. Una cantidad de basura ingente que nuestros sesudos responsables administrativos no tuvieron en cuenta a la hora de adjudicar las obras del soterramiento del paso a nivel de El Puche. Y claro, este simple detalle, (ironía), a los usuarios del ferrocarril nos lleva a prolongar durante casi otro año el tiempo necesario para culminar la obra y ese mismo espacio de tiempo para seguir cogiendo el autobús hasta Huércal para luego subir al Talgo de Madrid, al media distancia con Granada y al convoy que nos une con Sevilla. Tengo la sensación, acusada en muchas ocasiones, de que la compañía trata de echar a los viajeros de la ruta. Y no me extraña, porque hay que tener mucha paciencia, mucha sangre fría y un amor casi platónico por el tren para optar por este medio de transporte. A pesar de la metedura de pata, conscientes o no, aquí a nadie se le ha ocurrido pedir disculpas, ni tratar de arreglar el desaguisado. Se reúne la Comisión Técnica de la Sociedad Almería Alta Velocidad y con toda la cara, sin sonrojarse lo más mínimo, los responsables dan cuenta de los millones de kilos de escombros encontrados, ¡que se sabía estaban allí!, y las dificultades que esto conlleva para continuar las obras sin los modificados correspondientes. Modificados que contemplan, como no podía ser de otra manera, un incremento de la factura que pagamos todos y el malestar de los viajeros que durante no sabemos cuantos meses más van a tener que sufrir el transbordo en autobús desde la capital hasta Huércal de Almería y viceversa.

Con ser preocupante la situación, mostrando el poco o nulo interés que tienen las administraciones que realizan los trabajos por los afectados, se avanza un poco más en el desastre cuando se adjudica una obra sin conocer con exactitud el tipo de terreno en el que se va a desarrollar y, ni mucho menos, el tiempo aproximado que los trabajadores van a estar en el tajo. Un desastre anunciado y esperado, del que al final sólo quedará la justificación de aquellos que se adjudicaron la obra, las críticas de la oposición por la metedura de pata y poco más.

Para evitar, en la medida de lo posible situaciones e imprevistos como el que nos ocupa, se deben prever multas tanto para aquellos que hablan de un plazo y luego no lo cumplen, claro está con un margen razonable, y también para la administración que no es consciente del daño que provoca en la sociedad. Falta de credibilidad y república bananera pueden ser, sin exagerar, algunos de los calificativos que aquellos que padecemos cada día este tipo de incoherencias. Pero sabiendo que las obras del AVE se adjudicaron hace casi un año, los trabajos no comienzan, y nadie pone el grito en el cielo, pienso que sobra cualquier comentario más allá de la incredulidad y el bananeo.

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