Otra vez

La primera y única vez que asistió al colegio aprendió las letras y las operaciones aritméticas más básicasUna parada interminable espera antes del final, y al final estás como al principio. Otra vez, una vez más

La segunda vez es más fácil o parece que todo es más fácil y todo se repite con precisión mecánica aunque hay diferencias. Vuelven a verse los mismos rostros aunque son diferentes. Hay un pulso de emoción más calmado pero igual de vibrante. Piensas que cómo no vas a estar ahí, ya no concibes ir sin estar dentro. Aprendes de las prisas y los problemas de última hora pero ya estás ahí preparado y has ido con todos. Y estás esperando ya sin nervios. Ya no te parece una espera eterna. Entras en la iglesia en un tiempo que te parece corto y te sitúan delante del trono y al poco tiempo sales de la iglesia ya con el antifaz y nadie sabe quien eres. Nadie sabe quien es nadie sólo suena el himno de salida del trono y sabes que se mueve porque la gente que está sentada en el lado por donde tu pasas se va levantando. Tú miras atrás y ves el trono con el cristo solemne avanzando. Los rostros y las miradas no te miran, sólo miran al cristo pero tu ves a cada uno y ellos no saben quién eres tú, nadie lo sabe, ni siquiera a los que saludas porque todos saludan. Todos son todos y nadie es nadie. Pero el trayecto ya es más suave, sigues sin sentir los pies, como si no hubiera nada. Todo te da calor, todo es molesto, te incomodan los parones, te sientes feliz, te sientes con los tuyos. Los míos están sentados en la puerta de la casa de mi abuela, mi bisabuela, te ven pasar, pasas delante de la casa eterna, la casa de siempre, la casa de todos. Y no hay malestar ya que parece que te llevan y luego pasas por la otra casa centenaria donde está otra parte de tu familia que te mira confusa pensando si serás o no serás. Y vuelves a mirar detrás para ver al cristo que no es un cristo cualquiera de un pueblo recóndito sino algo más, algo mejor, al mismo tiempo es un pueblo como otro cualquiera y no es un pueblo cualquiera porque, claro, es tu pueblo. En el resto del mundo es la pequeñez de otro pueblo más y dentro del pueblo es la grandeza del pueblo propio y la diferencia con los demás. Lo que te parecía larguísimo ya es corto y siguen los ojos sigilosos mirándote y viendo como los miras fugaces. Vuelve a cada minuto el recuerdo de la infancia perdida y la vida que va pasando en esa carrera hacia la meta inútil de recuperarla. Sale, se va y llega todo al mismo punto de partida. Una parada interminable espera antes del final, y al final estás como al principio. Otra vez, una vez más.

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