La era del vicio

Debo haber leído mal en el libro objeto de este artículo: próxima serie biopic sobre Sabina

Consideraciones previas: Ya he escrito en innumerables ocasiones sobre Joaquín Sabina, es más, fue mi tema fetiche en mi primer artículo. Sabina siempre es noticia, aunque no haga absolutamente nada. Hay ya más libros de y sobre Sabina que discos, es más, los discos han pasado a ser algo to-talmente irrelevante y en eso coincido con el otrora dios del periodismo mu-sical, Diego A. Manrique. El nuevo libro 19 días y 500 noches, Sabina fin de siglo de Juan Puchades es bastante digno, entendiendo digno como que está bastante trabajado y no incurre en el delito capital de decir cosas que Sabina no quiere que se digan o establecer escándalos que solo Sabina pue-de establecer de su propia boca o pluma. Tiene el nihil obstat ya menciona-do para los anteriores libros, es más, en España nadie tiene lo que hay que tener para escribir un libro sobre Joaquín Sabina tocando o desvelando te-mas tabú y sin el visto bueno o colaboración de Sabina. El boss de La Latina tiene el derecho exclusivo sobre sus productos morbosos y su bendición es imprescindible. Este extremo se puede extender a casi todos los personajes relevantes españoles salvo los que ya han bajado a la arena de la tomatina famosil, donde ya vale todo. Es curioso observar como a los artistas españo-les los desmitificamos en privado (una vez una amiga de Madrid me dijo que de Sabina sabía que vivía por aquí cerca y poco más) y luego los reve-renciamos en prensa, libros, documentales y biografías. Consideraciones concretas: Debo haber leído mal en el libro objeto de este artículo: próxima serie biopic sobre Sabina. Haré como que lo he soñado y si no es un sueño lo ignoraré para no tener que escribir otro artículo. A este paso le terminarán haciendo hasta una zarzuela basada en su vida y si no, al tiempo. Detalles morbosos: pocos, es un libro muy técnico, no obstante y aunque muy asépti-camente, relata el Sabina pre y durante el disco mítico. Un Sabina que lle-gaba al cenit del caos personal y tóxico necesario para hacer el engendro. Después llegó el nuevo siglo, le dio el ictus, se acabaron todas las fiestas y se impusieron las normas del Ministerio de Sanidad en todas las obras crea-tivas de Sabina. Yo vi uno de los primeros conciertos del disco en, sí, Huér-cal de Almería y lo recuerdo bastante vulgar. Hasta se cortó las uñas (con los dientes) delante del público para tocar la guitarra. Anda, censúrame la anécdota, boss.

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