La vida de las piedras

La Filología, en honor a quien no lo sepa, es la disciplina científica que parte de textos para llegar a la comprensión de su contextoPechina gozaba de una población variopinta, hay que entender que convivían las culturas

Hace unas semanas, llegó a mis manos un precioso libro dedicado a las inscripciones romanas de Almería, editado por el Instituto de Estudios Almerienses. Me lo regaló su autor, el profesor Rafael Lázaro Pérez, un auténtico especialista en la materia de la Epigrafía y, hasta hace pocos años, compañero del Área de Filología Latina. Sí, lo han leído bien, he juntado en la misma oración el Latín y la Epigrafía: las inscripciones son textos y los textos son el campo de estudio de los filólogos. Da lo mismo en qué material se transmitan y en dónde se hayan encontrado: los textos son nuestro trabajo. Así son las cosas.

La Filología, en honor a quien no lo sepa, es la disciplina científica (sí, científica) que parte de los textos para llegar a la comprensión de su contexto. El trabajo que hacemos es lento, minucioso y muchas veces incomprendido: buscamos la versión mejor de un escrito que nos puede haber llegado incompleto, dañado, con errores o difícilmente comprensible, comparamos versiones y testimonios; publicamos un texto depurado conforme a un método y damos una traducción, un estudio y una interpretación. Dicho llanamente, ayudamos a que siga viviendo entre nosotros. Como podrán entender, nuestra labor es parte de la recuperación y difusión del patrimonio cultural y merecemos el mismo respeto que las demás disciplinas.

El libro recoge el trabajo de Rafael durante muchas décadas y se organiza de modo que los emplazamientos van enmarcando unos textos (tres son poemas fragmentarios) que se analizan y reconstruyen, se traducen y se les añaden unas imágenes, una bibliografía y unas explicaciones dedicadas al público en general, es decir, a los no latinistas. Es la tarea de un filólogo enamorado de su tierra que ha querido reunir en un solo lugar los destellos de luz que nos llegan del pasado.

A veces, coincidiremos con la Historia porque, al fin y al cabo, ambas disciplinas brindamos resultados que ayudan a entender mejor el pasado. Sin duda alguna, trabajos como el de Rafael le vienen muy bien a los historiadores que siguen estudiando la Historia antigua y cada vez saben menos Latín, a los filólogos que tendemos a volar hacia la alta literatura y a la sociedad, a la que se le recuerda un fragmento del pasado acaso no tan espectacular como unas ruinas, pero igual de valioso. Les recomiendo que se hagan con este libro de Rafael Lázaro, buena obra de un buen filólogo.

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