La tapia del manicomio

La vida retirada

Ahora hay muchos que pueden trabajar telemáticamente, con el consiguiente alejamiento del duro banco de la galera

El elogio de la vida campestre es un tópico de la literatura europea que nos viene, por lo menos, desde Horacio con su "Beatus ille", traducido por Fray de Luis de León y ponderado por Fray Antonio de Guevara en su muy citado (que no leído) "Menosprecio de Corte y alabanza de aldea". O sea que es un tema más viejo que el mear. Pero siempre ha sido eso, un tema literario que casi nadie ha llevado a la práctica; al revés, el éxodo del campo a la ciudad lleva practicándose siglos y se ha acentuado en tiempos contemporáneos y ya se viene hablando de la España vacía.

Ahora, sin embargo, parece que podría haber una cierta tendencia a volver al campo. Ya había un movimiento muy tímido y minoritario de gente que se establecía en el campo huyendo del tráfico, las prisas, los bloques-colmena, los adosados, los agobios de la gran ciudad. O de la mediana ciudad.

El avance tecnológico actual permite a muchos trabajar lejos del puesto físico de trabajo. Ya no se trata solo de los hippies de los setenta que se iban a montar comunas en la sierra, los vegetarianos que se alejaban de la ciudad para cultivar cebollinos en las vegas o artesanos que se iban a hacer cerámicas con el tarquín de la orilla de las charcas.

Ahora hay muchos que pueden trabajar telemáticamente, con el consiguiente alejamiento del duro banco de la galera, cosa que es muy de agradecer. El impulso que ha tomado este movimiento de alejarse de la urbe para vivir en el pueblo, en buena medida parece ser que está motivado por el miedo al bicho.

El caso es que casi a diario nos llegan notician de aumento de población en muchos municipios rurales, serranos más que marineros, por el aquel de la otra huída: la de los urbanitas que se refugian en su segunda residencia de los confinamientos, alarmas y toques de queda.

Los nuevos vecinos de esas zonas del interior parece que llevan las de durar, porque se están empadronando. La última noticia en ese sentido acaba de llegar de Serón, donde su alcalde dice que este año llevan ya ochenta nuevos vecinos empadronados.

Hasta en casos tan jorobados como esta pandemia se puede aplicar la vieja frase "no hay mal que por bien no venga". O también, "de lo perdido, saca lo que puedas". Como dijo Fray Luis en su traducción citada: "Que descansada vida la del que huye del mundanal ruïdo, y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido".

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