Metafóricamente hablando

Que viene el lobo

Esos cuentos de lobos feroces, brujas feas y madrastras malvadas le provocaban un miedo insuperable

Era esa hora del día en la que parece que el tiempo se detiene, sentada en su hamaca, acariciaba la taza de té frío, con el que pensaba combatir su sed. A pesar de que hacia una temperatura propia de una tarde de verano, ella sentía un ligero escalofrío recorriendo su cuerpo. Era una sensación harto conocida, como si alguien clavase los ojos en su nuca, a pesar de tener la certeza de que se encontraba sola. Primero fue un instinto, una vaga sensación de desamparo, después se fue concretando, hasta ser una realidad intangible. Fijó su mirada en el parque que había enfrente, los niños jugaban ajenos a cuanto acontecía a su alrededor, mientras eran seguidos por los ojos vigilantes de sus padres. Sintió una punzada en el pecho, era una sensación tan conocida para ella! Ya de pequeña, cuando la dejaban sola en su cama, sentía un ahogo que la hacía llorar, ante el desconcierto de sus padres, que no sabían a qué obedecía su llanto, porque ella no se lo podía explicar. Hoy tenía la certeza de qué era lo que le hacía llorar: el miedo. Sus negros ojos almendrados se cerraron, recordando aquellos cuentos con los que pretendían dormirla, y de nuevo sintió un escalofrío: el vaho de una boca invisible sobre su oreja, una mirada clavada en su nuca... Esos cuentos de lobos feroces, brujas feas y madrastras malvadas le provocaban un miedo insuperable. Hoy ya no se lo producían a ella, y quizá tampoco a esos niños que jugaban bajo la atenta mirada de sus padres, pero habían aparecido nuevos lobos con piel de oveja, nuevas hadas malévolas enfundadas en bellos ropajes, que camuflaban su verdadera esencia, nuevos príncipes maquiavélicos que exhalaban su vaho en las orejas de esos niños, y clavaban sus ojos en sus nucas infantiles. Al parecer nadie se daba cuenta, a pesar de tantas y abrumadoras evidencias. Desde el principio de los tiempos, los seres humanos crecieron combatiendo el miedo a ser devorados por las alimañas, a ser atacados por otros semejantes, al hambre y a la sed, a la enfermedad y a la muerte. Pensó que quizás los cuentos de hadas, cumplían un papel esencial en la educación de los niños, todas las amenazas como el lobo, la bruja o la madrastra, neutralizaban el arrojo de los que pudieran rebelarse contra el orden establecido. Se levantó, había anochecido y la brisa nocturna le producía un ligero escalofrío, los niños del parque habían desaparecido, seguramente estarían ya en la cama, mientras sus padres, pegados a sus televisores, se tomaban un cerveza bien fría viendo escenas de mucho boato, y escuchaban distraídos que la segunda guerra fría acababa de empezar. El lobo se había despertado, la bruja malvada buscaba rauda su escoba, y el príncipe malo se armaba hasta los dientes, pero al parecer nadie sentía su vaho cerca del oído, ni sus ojos ensangrentados clavados en sus nucas Todos dormían plácidamente menos ella.

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