Utopías posibles

El virus del miedo

No es la primera vez que en una situación de emergencia mueren más personas a causa del miedo que por el propio suceso

Las niñas y los niños no son más que un vivo reflejo de lo que sus padres y madres, el mundo cercano y lejano que les rodea, las amistades, las redes sociales, los medios de comunicación y también la escuela han ido construyendo. En situaciones de felicidad o normalidad, es muy sencillo ser razonable, agradable, comprensivo. Lo difícil es serlo en las situaciones verdaderamente difíciles. Máxime si está en riesgo nuestra seguridad, nuestra salud, nuestra vida. No es la primera vez que en una situación de emergencia mueren más personas a causa del miedo que por el propio suceso. El miedo es quizá la más irracional de las emociones humanas. Cuando lo sentimos, se produce una repuesta instintiva, física, que inmoviliza hasta el propio pensamiento. Siempre se ha dicho que el miedo es libre. Así es, pero tenemos que ejercitarnos en medir las consecuencias de nuestro propio miedo, y el grandísimo perjuicio que podemos causar a los demás, o a nosotros mismos.

Niña de una escuela cualquiera, en cuarentena por COVID. De momento, no se confina su aula por haber sido por contacto indirecto, y por el tiempo que hace del contagio. Los compañeros y compañeras de clase investigan, se enteran… y empiezan los comentarios, a través del grupo de WhatsApp donde está la propia alumna: "esta niña es… ( colección de descalificativos)", "yo ya no pienso acercarme a ella", "es que se juntó con… (otra persona que descalifican)", etc. A su vez, en el grupo de madres y padres no paran de investigar sobre todos los posibles casos de esa escuela. Dicen que están en su derecho de saberlo, que tienen que saber si hay o no hay contacto con sus hijos. Ante la aclaración de que se están siguiendo los protocolo, insisten. Necesitan marcar a alguien. Tienen miedo.

No podemos permitirnos este tipo de miedo, ni por solidaridad, ni por puro egoísmo. La humanidad no puede caer tan bajo. Hoy es esa niña. Mañana será tu hijo o hija. Pasado mañana, tú. Tenemos que velar por el mínimo ético de no hacer con los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran.

Es eso, o el virus del miedo será mucho peor que la propia pandemia. Como alguien dijo ayer en el Congreso, "este virus dejará más pobres que muertos", y el miedo solo servirá para paralizarnos y sacar nuestra parte más individualista, más animal, menos solidaria, en un momento en que pensar en el prójimo es pensar en la propia supervivencia.

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