Yo hubiera votado "no"

Los miembros del Tribunal Constitucional no solo deben ser adecuados. Deberían ser los mejores

Me da por pensar que yo también habría votado "no". Claro que yo no me juego ni la multa de 600 euros, ni el que peligre mi inclusión en las listas de las próximas elecciones, o incluso que me pidan el acta de diputado. Porque si he defendido que la disciplina de voto debe ser algo normal, también tengo claro que debe tener un límite. Supongo que para eso existe la libertad de voto en situaciones de conciencia. La votación a los futuros vocales del Tribunal Constitucional, dadas las circunstancias que han rodeado el proceso, debería ser uno de esos casos. No me gusta en modo alguno el procedimiento que se sigue en general. No soy el primero que critica que ese reparto sistemático está dando lugar a situaciones que no sé si calificar de aberrantes, pero si al menos curiosas. Digo "curiosas" porque es un decir suave. Un análisis de muchas de las sentencias pone de manifiesto la existencia de bloques coincidentes con los intereses de los partidos y de las ideologías que los han propuesto. Es como si tuvieran un tamiz que filtrara el sentido de los preceptos constitucionales en una dirección determinada. Y eso es, sencillamente, una vergüenza. Es penoso decir que las cosas han funcionado así desde el principio, y no tengo claro cuál de los partidos mayoritarios empezó la fiesta. Aunque lo más seguro es que actuaran al alimón. Hasta la fecha este compadreo había sido más menos que más soportable, como otros tantos repartos (léase Tribunal de Cuentas o Consejo General del Poder Judicial). Pero el caso de Arnaldo ha sido ya el colmo. Los datos que se han presentado de su curriculum no profesional, presentados en la Comisión correspondiente, mostraban a la claras que había motivos más que suficientes para considerar que no era persona idónea. Tanto Psoe como Podemos han ofrecido "explicaciones" para justificar su "claudicación". Como no soy un "fino estratega" no las veo razonables por lo que no las comparto. Más bien se debería haber aprovechado la ocasión para hacer un plante en el Congreso. A partir de ahí, buscar una procedimiento alternativo para seleccionar a los vocales del constitucional. Sus miembros, pienso, no solo deben ser adecuados. Deberían ser los mejores. ¿Por qué no arbitrar una especie de oposiciones donde se presenten los méritos que pueda atesorar todo posible candidato y seleccionarlos según unos méritos objetivos. Quizá así podríamos confiar en los dictámenes del Tribunal Constitucional.

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