El domingo me he levantado temprano para votar pronto. Empiezo a odiar las aglomeraciones, las colas y la muchedumbre para hacer cualquier cosa. Siempre que quieres comprar una bolsa de pipas o pasear por la playa existen muchas probabilidades de que miles de personas hayan tenido la misma idea y la quieran hacer al mismo tiempo que tú y por ello siempre hay que madrugar para hacer algo ya que es muy probable que nadie quiera hacerlo a esa hora. A primera hora están votando pocas personas, hay solo un apoderado de esos que te vigila y vigila a todo el mundo. No hay colas aunque algunas personas ya se apresuran como yo por si se acaba el mundo antes de que voten y unos señores mayores en las mesas miran en las listas los nombres uno a uno para que todo esté comprobado y bien comprobado. Apuntan el nombre con bolígrafo o subrayan el nombre con una regla, todo muy analógico, como debe ser en estos casos ya que el mundo digital para estos casos sería una mezcla de tecnología, eficiencia, futuro, desastre, trampa, caos y sospecha. Así de puño y letra nunca falla nada. Mientras tanto los avariciosos de votos nos recuerdan el rollo de compromiso y la verdad absoluta. Tanto si una carretera funciona bien como si ha nacido una flor o si se está acercando un meteorito, todo tiene que ver con la política y la política puede resolver todo e influir sobre todo. Incluso si una estrella lejana situada en una galaxia perdida se apaga, la política ha tenido o podía haber tenido que ver. Porque si usted vota al partido de ese señor que se lo pide esa estrella seguro que no se hubiera apagado. Yo les doy mi voto temprano a cambio de que me dejen en paz y que me dejen comprar el periódico y tomarme el café con leche leyéndolo tranquilo. Yo sé, lo tengo totalmente claro, que tarde o temprano con mi voto prohibirán tomar café de tal manera, regularán la cantidad de azúcar o pondrán una norma según la cual el café se deba de tomar de tal a tal hora. Y sobre el periódico no te digo ya, tarde o temprano con mi voto prohibirán imprimirlo en papel, publicar tal o cual noticia, poner determinadas palabras en negrita o limitar los temas de los chistes. Es más, regularán la alienación, el individualismo, los pañuelos de sonarse los mocos y el tamaño de los peines. Gracias a mi voto pereceremos todos buscando la manera de que todo sea como debe ser. Y gracias también al suyo. De nada, eh.
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