Compromisos con Almería: el agua es innegociable

La solidaridad entre cuencas parece lo más razonable para el desarrollo de los territorios y el crecimiento económico

La llegada al Gobierno del PSOE ha despertado una serie de interrogantes en torno a los trasvases de agua y su futuro. En la provincia de Almería tenemos una dependencia media de ellos. Recibimos una aportación pequeña del Tajo-Segura, tanto para abastecimiento como para consumo humano, nunca superior a los cinco hectómetros cúbicos y contamos con la posibilidad de alcanzar, en años de bonanza climatológica, hasta 50 desde el Negratín al Almanzora. La cifra es importante por varias razones, siendo la principal el coste que los agricultores pagan por metro cúbico, siempre inferior al precio de la desalación. Conocedores del déficit estructural que esta tierra padece y entendida la necesidad de avanzar en soluciones que pasen por nosotros, sin dependencia exterior, no tienen mucho sentido las palabras de la ministra de Transición Ecológica, recordando que los trasvases de agua son aportes puntuales y coyunturales y no se pueden plantear nunca como algo consolidado y permanente en el tiempo. La responsable del Ministerio no hacía otra cosa que confirmar las palabras de Pedro Sánchez, antes de ser presidente del Gobierno, en Albacete, en las que en un intento de contentar a Castilla-La Mancha incendió a los agricultores del levante valenciano, murciano y almeriense. Luego, claro está, debió matizar sus palabras en Murcia, aunque si se leen con detenimiento deja pocas dudas al deseo del actual Gobierno de acabar con los aportes entre cuencas y apostar por la desalación como futuro. El planteamiento no sería malo del todo, siempre y cuando desde el Ejecutivo se busquen las fórmulas para abaratar los costes del metro cúbico de líquido elemento por agricultor. Los 0,60 céntimos actuales que se pagan, por ejemplo en el Levante o Poniente de Almería, no parecen que sean la mejor de las cifras para hacer rentable una agricultura moderna, respetuosa con el medio ambiente, productiva y generadora de empleo. Si en esa búsqueda se alcanza el término medio, en el que dicen está la virtud, con seguridad todas las partes acabarán ganando. Lo que no parece de recibo es lanzar una idea, una propuesta, en la que el desconocimiento de la realidad ocupa gran parte del mensaje, tan sólo por un intento de hacer un guiño a los ecologistas o a aquellos que entienden el agua como un bien propio, alejados de la solidaridad entre cuencas y territorios, que ha hecho hasta ahora que regiones sin futuro hace 50 años sean hoy la auténtica huerta de Europa. Comarcas en los que la inversión, el desarrollo, el empleo y el PIB sostienen los ingresos de miles de familias.

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