Continúa el malestar en la sanidad andaluza

El problema de la sanidad pública andaluza tiene más que ver con el modelo de gestión que con los recursos económicos

La Marea Blancaque recorrió el pasado domingo las calles de Sevilla, formada por profesionales y ciudadanos de toda la comunidad autónoma, puso de manifiesto que el malestar sigue profundamente instalado en la sanidad andaluza, pese a los cambios y ceses en el sector que hizo el pasado año la presidenta de la Junta, Susana Díaz. No se nos escapa que el principal líder e impulsor de dichas movilizaciones, Jesús Candel, conocido como Spiriman, es un hombre a todas luces excesivo y demagógico -por utilizar adjetivos suaves-, que trufa su discurso de insultos y acusaciones de extrema gravedad sin aportar ningún tipo de pruebas. Es intolerable que, como hizo Candel el pasado domingo, se acuse a los gestores del Servicio Andaluz de Salud (SAS) de "chorizos" y "ladrones" sin que eso tenga consecuencias. Con su discurso, Spiriman se retrata a sí mismo y no, precisamente, de una forma amable. Pero el hecho de que Candel, pese a sus malas maneras, consiga arrastrar a miles de profesionales del sector -la gran mayoría universitarios con una sólida formación intelectual- nos indica hasta qué punto las cosas no van bien en la sanidad andaluza y la necesidad de cambiar el rumbo. Probablemente no sea una cuestión de dinero. Nadie puede negarle a la Junta el esfuerzo económico que realiza para mantener las dos patas del Estado de bienestar, la educación y la sanidad. A esta última, según la consejera de Salud, Marina Álvarez, se dedican dos de cada tres euros del Presupuesto (este año son 9.000 millones), habiéndose incrementado el gasto en un 20% en los últimos cuatro años. En total, se mantiene una plantilla de 100.000 profesionales que atienden a 1.500 centros de salud y 49 hospitales. Sin embargo, pese a estas cantidades, la sanidad pública andaluza sigue mostrando deficiencias importantes (listas de espera interminables, urgencias colapsadas...) junto a logros ejemplares (pediatría, trasplantes de órganos...). Evidentemente, no estamos ante una carencia profesional, ya que nuestros médicos y enfermeros están sobradamente preparados, sino de modelo de gestión. Es aquí donde la Junta debería hacer un importante esfuerzo para detectar los fallos y replantear la organización de nuestros hospitales y ambulatorios, empezando por una optimización de los recursos humanos, que no siempre están bien aprovechados. Si no se corrigen dichos errores el malestar en la sanidad y en la ciudadanía irá creciendo con toda seguridad.

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