Crecimiento sin base para la euforia

El PIB aumentó un 5,5% en 2022, lo mismo que en 2021, pero España es aún el único país de la Eurozona que no ha recuperado todo lo perdido en la pandemia

La economía española creció en el conjunto del año 2022 un 5,5%, según confirmó el pasado viernes el Instituto Nacional de Estadística (INE). Y lo hizo en un contexto muy complejo, con grandes incertidumbres, como la escalada inflacionaria y una guerra en Europa a la que no se le ve el fin. La cifra no es sólo positiva sino que supera las previsiones oficiales y supone igualar el incremento del Producto Interior Bruto (PIB) que se registró en 2021, año de rebote tras la fuerte caída que la economía nacional tuvo en 2020, el año que se declaró la pandemia: -11,3%. Con todo, estos dos años de fuerte crecimiento aún no alcanzan para recuperar lo perdido por el shock provocado por el Covid-19. De hecho, España es el único país de la Eurozona que aún no lo ha logrado, porque, aunque ha estado entre los de mayor crecimiento en el último bienio, también es el que, con diferencia, más sufrió por la parálisis económica a la que obligó el coronavirus. El Gobierno se esfuerza en destacar que la de España es la economía que más crece, pero soslaya la realidad de que los demás estados sufrieron menos y están por delante en el sumatorio. El año 2022 ha igualado el crecimiento de 2021 pero con una clara tendencia de desaceleración. En el cuatro trimestre del año pasado, el PIB creció apenas dos décimas y el propio INE ha destacado la situación de estancamiento de la economía, aunque no se haya llegado al peor escenario que podía esperarse, un leve decrecimiento que alentase, tras el trimestre que ahora termina, la posibilidad ya descartada en enero de entrar en recesión técnica. Por ello, no es tiempo para la euforia, ni siquiera, aunque quede por delante un largo calendario electoral. España ha seguido creciendo y el empleo ha tenido una buena evolución, lo que es una gran noticia. Pero los desafíos siguen siendo enormes: deuda altísima en un contexto de altos tipos de interés, déficit creciente por un gasto desaforado e inflación aún descontrolada.

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