Cura de realidad ante las cuentas del Gobierno

A la vista de los acontecimientos habría que preguntarse en qué burbuja vivía el Ejecutivo de Pedro Sánchez cuando presentó sus Presupuestos

El Gobierno acaba de reconocer por la vía de los hechos que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de este año, que elaboró el pasado otoño, eran más bien fruto de sus fantasías que de la realidad a la que se enfrentaba el país. La ministra de Economía, Nadia Calviño, ha rectificado en toda regla sus previsiones de crecimiento para este 2021. Del 9,8% anunciado a un 6,5%. Tres puntos menos del PIB porque la práctica totalidad de los indicadores macroeconómicos del primer trimestre revelan que los objetivos que se prometieron ya son imposibles de cumplir. El Ejecutivo de Pedro Sánchez atribuye el fuerte ajuste a los avatares causados por la pandemia. Las restricciones a la movilidad con la tercera ola han rebajado las contrataciones, castigado el consumo e incluso penalizado las exportaciones a muchos países europeos, que también han aplicado medidas estrictas de cierre. Además, pese a que se anticiparon vía deuda 27.000 millones de euros a cuenta de las futuras ayudas europeas, entidades como el Banco de España dudan de que el impacto se note incluso este año. Los proyectos no están en marcha. Calviño ha defendido que sólo se trata de un contratiempo y que las perspectivas positivas que se contemplaban para 2021 se retrasan a 2022. Pero, a la vista de los acontecimientos, habría que preguntarse en qué burbuja vivía este Gobierno cuando presentó sus números o si lo que se debatió en el Congreso eran unos Presupuestos serios o mera propaganda. Ni la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), la más optimista, y mucho menos el Fondo Monetario Internacional, la OCDE ni, por supuesto, la propia Unión Europea, que estimó un aumento del PIB para España de un 5,7%, dieron pábulo a las previsiones de la Administración española. Sólo ha hecho falta un trimestre para dejar en evidencia todos los cálculos que desgraciadamente afectarán negativamente al crecimiento de la economía. Sólo el éxito de la campaña de vacunación en Europa puede variar radicalmente el escenario. Pero, a la vista de los antecedentes y del desconcierto actual, tampoco hay razones para pregonar el optimismo. Para España, y para Andalucía en concreto, resulta vital que la reactivación llegue este verano de la mano del turismo.

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