Desconfinar tiene sus riesgos; no hacerlo, también

Estamos ante una situación compleja que obliga a asumir riesgos controlados. La paralización puede ser peor que el virus

La jornada de ayer dejó claro que el desconfinamiento será un proceso largo y no exento de tensiones. Todos tendremos que ir aprendiendo poco a poco a saber conjugar la normalidad (trabajo, ocio, vida familiar, etcétera) con una pandemia que, mientras no se encuentre una vacuna o tratamiento altamente efectivo, seguirá siendo una siniestra amenaza. Este domingo, en el que los niños pudieron salir a dar un paseo tras más de cuarenta días encerrados, se pudieron observar comportamientos muy distintos, desde algunas familias que guardaron responsablemente las recomendaciones de seguridad hasta algunos adultos que no actuaron con la responsabilidad debida y relajaron en exceso las precauciones. Se puede decir que se detectó un exceso de euforia, algo que no deja de tener su lógica después de los días tan duros que se han vivido. En general, y pese a la polémica en las redes sociales (que lo magnifican todo hasta el paroxismo), no pasó nada que no se pueda reconducir con el aumento de la pedagogía por parte de las autoridades sanitarias. Una reflexión aparte habría que hacer sobre algunos ciudadanos que se han erigido en una especie de parapolicía y que se dedican a recriminar a los vecinos que ellos consideran que no están haciendo lo correcto, desconociendo muchas veces los motivos y el contexto de lo que tan contundentemente critican y generando situaciones de tensión innecesaria.

A la vista está que las cifras de la pandemia, al menos en Andalucía, hacen posible que se den ya pasos hacia el desconfinamiento. No hacerlo sería, además de incomprensible, peligroso. El país no puede seguir en una situación de semiparalización que nos acerca a una gravísima crisis socioeconómica. Baste con recordar que, según estudios solventes, una caída del 6% del PIB podría dañar gravemente el sistema público de salud, con el consiguiente coste en vidas humanas. Estamos ante una situación muy compleja en la que es inevitable asumir riesgos controlados. Lo importante es que cada vez sabemos más del comportamiento del virus y que el sistema hospitalario está pudiendo respirar para encarar, si así fuese necesario, un nuevo repunte de la pandemia. Hace bien la Junta de Andalucía en ir anunciando ya la vuelta a la actividad del comercio para el 11 de mayo. La sociedad está preparada. Por su parte, a los ciudadanos les corresponde actuar con responsabilidad y seguir usando las mascarillas (que ahora empiezan a llegar a las farmacias), guardar la distancia recomendada y lavarse las manos.

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