Diálogo sí, pero sin concesiones

Quim Torra llega hoy a La Moncloa sin que el presidente Sánchez, hasta ahora, haya respondido a sus provocaciones

El encuentro oficial previsto para hoy en La Moncloa entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Quim Torra, pone fin a un año y medio de bloqueo entre ambas administraciones. La simple recuperación de la vía del diálogo después de la fractura social que se sufre en Cataluña puede contribuir a rebajar la tensión, pero poco más se puede esperar de esta reunión, a tenor del discurso tan radical con el que los líderes independentistas han saludado los sucesivos gestos de buena voluntad de Sánchez desde que accedió al poder. Su penúltimo guiño ha consistido en el traslado de los políticos presos a las cárceles catalanas y ha sido aprovechado por el propio Torra y el presidente del Parlament, Roger Torrent, para encender aún más los ánimos de los secesionistas con relatos ajenos a la realidad. Es cierto que el acercamiento se ajusta a la ley, pero Sánchez no eligió la semana pasada por casualidad. También permitió desde el primer día en que dejó de aplicarse el artículo 155 que la Generalitat recuperara el control de sus cuentas y que iniciara de nuevo el despliegue de las embajadas catalanas. El presidente del Gobierno, hasta ahora, no ha respondido ni a las provocaciones de Torra, ni siquiera a sus continuos desaires frente a la Corona. En su lugar, ha sido el ministro de Exteriores, Josep Borrell, quien le ha replicado con contundencia, dejando claro que el Gobierno no cederá un centímetro en las líneas rojas marcadas por la Constitución, empezando por la soberanía de todos los españoles y la igualdad entre los territorios.

Tanto la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, como la vicepresidenta, Carmen Calvo, también han dejado patente que el derecho de autodeterminación no se contempla, y que la Constitución no se puede negociar por la puerta de atrás. Pero lejos de darse por aludidos, los dirigentes independentistas siguen exigiendo la liberación de los presos y la anulación de la causa judicial, sin renunciar a la vía unilateral ni mostrar respeto alguno por las reglas de la convivencia que se enmarcan en la Carta Magna. Si Torra mantiene hoy el tono altivo y los mensajes propagandísticos que lanza al Ejecutivo a través los medios de comunicación, la impresión es que el presidente Sánchez asistirá sin más remedio a un diálogo de besugos. A priori, podrán hablar de todo, faltaría más, desde las políticas sociales, a las fiscales y financieras, pasando por los conflictos de competencias y hasta del fin de la judicialización de la política. Pero si el president insiste únicamente en el referéndum, Sánchez se verá forzado, esta vez sí, a ofrecerle una respuesta sin concesiones. Cualquier gesto de debilidad sería entendido como la aceptación de un chantaje en contrapartida al apoyo recibido para desbancar a Rajoy.

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