España, en manos de los nacionalistas

Tanto Sánchez como Rajoy son responsables de que todos estemos hoy pendientes del voto de los nacionalistas

Por muchos cálculos que se hagan sobre la moción de censura que comienza hoy en el Congreso de los Diputados, todos pasan por la necesidad de los votos nacionalistas para que triunfe la iniciativa, tanto los de los independentistas catalanes de ERC y PDeCat como los de los por ahora posibilistas vascos del PNV. Le guste o no al secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, si es elegido como nuevo presidente del Gobierno se deberá a los apoyos de aquellos que el pasado 1 de octubre y fechas posteriores intentaron un golpe al Estado que pretendía romper la unidad de España y la soberanía de todos los ciudadanos. Con esto no decimos que Sánchez haya buscado o pactado tales apoyos, ni ponemos en duda su compromiso con la Constitución, algo que demostró con creces cuando apoyó sin titubeos la aplicación del artículo 155 para intervenir el Gobierno de la Generalitat, pese a que existían no pocas voces en el interior de su partido que se lo desaconsejaron. Sin embargo, la realidad es que, le guste o no, sus aspiraciones de ser presidente pasan por el apoyo de aquellos que son explícitamente enemigos del Estado español.

Este dato nos pone de nuevo ante uno de los grandes problemas que tiene la Democracia española desde su refundación en 1978, la excesiva dependencia de los nacionalismos para la gobernabilidad del país. Esto, hasta fechas muy recientes, no había producido excesivos problemas, pues los partidos nacionalistas se contentaban con apurar las posibilidades que les daban el marco constitucional y el Estado autonómico. El pacto para asegurar la gobernabilidad cuando las mayorías de PP y PSOE eran precarias era siempre el mismo: más dinero y autogobierno a cambio de apoyos concretos que nunca pasaban por entrar en el Gobierno. Es lo que se llamó con acierto el bipartidismo imperfecto. Sin embargo, la irrupción de la nueva política tras la crisis económica y el procés han cambiado radicalmente las reglas del juego. El nacionalismo catalán ya no es un posible aliado coyuntural, sino un enemigo de la propia idea de España, lo cual debería hacer reflexionar a los partidos constitucionalistas de cara al futuro.

Si en vez de apelar continuamente al patriotismo en sus diferentes versiones, los partidos constitucionalistas decidiesen acabar de una vez por todas con esta nociva dependencia del nacionalismo, situaciones como las que viviremos mañana en el Congreso de los Diputados se podrían evitar. Tanto Sánchez como Rajoy son responsables de que España vuelva a estar hoy en manos de los nacionalistas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios